La comparación originó un irónico comentario en los predios económicos latinoamericanos, según el cual Brasil se parece cada vez mas a Argentina. Argentina se parece cada vez mas a Venezuela; y esta se parece cada vez mas Zimbabue. Recientemente el reconocido periodista Andres Oppenheimer desglosó esta afirmación, negando las virtudes de las dos primeras comparaciones, pero reafirmando el paralelismo entre Venezuela y Zimbabue.
El paralelo en las políticas de Zimbabue y Venezuela es doloroso, pero real. El desenlace siempre tendrá en cada caso sus particularidades, pero como dije en mis multiples entrevistas de TV sobre el tema: Maduro no puede confundir el éxito politico que tuvieron estas medidas para facilitarle una relativa victoria electoral al PSUV el 8D, con sus posibilidades reales de resolver los problemas económicos del pais. Para el éxito económico tiene mas sentido mirar a uno de sus aliados, el gobierno de Ecuador, que al de Cuba o Zimbabue.
Venezuela atraviesa una grave crisis económica en medio de una bonanza petrolera (algo inédito en su historia). La situación se caracteriza por un índice de escasez del 25%, inflación del 57% (80% en
alimentos), tendencia al decrecimiento económico (para 2014 se proyecta – 1.5%
del PIB) y crisis de pagos internacionales.
Frente a ese cuadro, el gobierno anunció una versión empeorada del mal recordado RECADI, cuyos resultados serán por supuesto peores. Mantienen, junto a ese entuerto, un control político sobre la economía, sin garantías a la propiedad privada, que tiene al país seco de inversiones; e insisten en una operación de reducción de precios por Decreto (al estilo Zimbabue), como si el problema del alto costo de la vida fuese estrictamente especulativo, sin comprender que la inflación es principalmente un fenómeno monetario, es decir, el resultado de un incremento en el consumo por la vía de una irresponsable expansión del gasto público, sin que exista crecimiento de la producción nacional.
No hay dólares por tres razones: Primero, sigue cayendo el volumen de exportaciones petroleras por las que recibimos ingresos en caja a los excelentes precios del mercado internacional. Segundo, porque mientras mas dinero le pedimos prestado a China, menos ingresos por exportación petrolera recibimos, al comprometer para pagar esa deuda mas producción a futuro de petróleo (ya son mas de 500 mil barriles diarios a un precio mas bajo que el de mercado); mientras que nada de dicho endeudamiento se invierte en aumentar la producción. Tercero, porque mantener el tipo de cambio sobrevalorado (como insisten en hacerlo con estas medidas) liquida la producción nacional sin controlar la inflación, pues impide sustituir importaciones, aumentando así la presión sobre las cada vez más escasas divisas.
Por otra parte, atacar el problema del alto costo de la vida reduciendo precios por decreto, sin crear condiciones favorables a la inversión, lejos de controlar la inflación la aumentará en un circulo vicioso de desabastecimiento, crecimiento de las importaciones, con la consecuente liquidación del empleo y la producción nacional.
Finalmente, mientras un grupo de personas en el gobierno controle el acceso a dólares para importar a costos subsidiados, se alimenta una atroz corrupción que sencillamente incentiva una mordaz especulación cambiaria con esas importaciones. Especulación que consiste en crear "estructuras" desde el exterior para exportar con sobreprecio al país, acumulando la utilidad en dólares para engordarlos con la seguridad de que vendrá otra devaluación (ya con esta van tres desde la creación del llamado Bolívar Fuerte); o porque sencillamente aparecerá un comprador en los mercados paralelos (¿Se recuerdan la denuncia de las empresas de maletín que según el Ministro Rodríguez Torres hicieron el 40% de las importaciones con dólares de CADIVI?).
Albert Einstein definió la locura como la conducta que insiste en hacer repetidamente lo mismo esperando un resultado diferente. También dicen en la calle que la ignorancia es audaz, aunque la audacia muchas veces tiene que ver con la viveza.
¿Le atribuimos todo este absurdo económico a la locura, la ignorancia o la viveza? El diálogo debe comenzar por despejar esta incógnita, para corregir el rumbo por el que se lleva al país.