miércoles, 15 de junio de 2016

Diálogo con revocatorio y regionales

El Nacional, 12 de junio 2016
Esta semana han ocurrido dos hechos gravísimos en la caracterización de un régimen político a la luz del derecho internacional.
Por un lado, unos diputados son agredidos de forma brutal por grupos violentos, no solo frente a la mirada indolente de la Guardia Nacional, sino empujados a ello por la autoridad. Esto es un hecho de inmensa gravedad. Pero más lo es cuando sabemos que la agresión tuvo lugar cuando esos diputados opositores hacían una visita al organismo electoral (CNE) para exigir respuesta sobre el trámite de verificación de las firmas consignadas para iniciar un referéndum constitucional revocatorio del Presidente de la Republica, con el propósito de que todo ocurra dentro de los plazos legales.
Y, por otra parte, en el contexto de una cruel escasez, se ha puesto la distribución de alimentos y productos básicos en manos de comités dirigidos por activistas políticos leales al gobierno. ¿Con cuál finalidad? ¿Que la ciudadanía se arrepienta de haber firmado para activar el revocatorio o se abstenga de votar luego, so pena de no recibir su ración de alimentos?
En efecto, en Venezuela comienza a dibujarse un trazo más nítido, una conexión más concreta, que evidencia la discriminación por razones políticas como una política de Estado. Ya no se trata solo de casos de violaciones a los derechos humanos, represión de manifestaciones y presos políticos que el Gobierno pretende caracterizar ante la comunidad internacional como parte de un plan de desestabilización conspirativa. Se ha ido más allá. Se ha hecho sistémico el concepto represivo, al punto de que los alimentos estarían a disposición solo de quienes sean leales al Gobierno y negados a quienes suscriban cualquier manifestación de apoyo al revocatorio.
Así están las cosas.
Cuesta creer que estos hechos puedan pasar inadvertidos para los ex presidentes Rodríguez Zapatero, Torrijos y Fernández. El establecimiento de canales de diálogo para lograr la convivencia democrática es necesario. Más aún, es indispensable para encontrar caminos de solución a la delicada crisis de Venezuela. Pero los ex presidentes, y quienes quieran abonar el camino del diálogo, deben asumir, como especial condición previa, la garantía institucional de que este trazo de represión sistémica por razones políticas cese. Quien venga a mediar por el entendimiento debe exigir que los trámites del revocatorio se hagan con estricto apego a los plazos y en observación de los derechos que en el curso del mismo asisten a cada grupo político que es parte interesada en el asunto.
Entretanto, creo que va llegando la hora de dejar muy claro algo. Los periodos constitucionales de los gobernadores de estado están por vencer en diciembre de este año, de acuerdo a la Constitución. Y la ley es meridianamente clara. El CNE debe fijar la fecha exacta de realización (y publicar el cronograma electoral correspondiente) seis meses antes del vencimiento de dicho periodo constitucional. Es decir, a estas alturas del mes de junio ya va siendo hora de hacerlo. Esto no es una opinión. Está en la ley. De este dato deben tomar nota también los ex presidentes que intentan ayudar a Venezuela en la solución de la crisis.
Sobre lo económico hemos hablado hasta el cansancio. No es simplemente una caída dramática en los precios del petróleo lo que afecta al país, es un colapso del aparato productivo público y lo que queda del privado, resultado de casi dos décadas de un régimen que jamás fue capaz de invertir el caudal petrolero y minero del país para apalancar el aparato productivo nacional desarrollando estrategias que rompiesen la dependencia de la renta petrolera.
Con toda honestidad, este es el legado social y económico de Chávez, más que el fracaso de Maduro; y esto sin obsequiarle una excusa a Maduro (quien además no podría articularla por falta de liderazgo propio en el oficialismo). Pero lo que sí tiene sentido, para quienes dentro del chavismo deseen abrirse paso en un próximo capítulo de construcción nacional, es hacer el viraje, comenzando por encauzar este episodio con el apoyo del diálogo hacia una transición.
Para la oposición, el diálogo es una herramienta en nada excluyente con el revocatorio presidencial. Las fuerzas democráticas deben insistir en la exigencia de garantías para la realización de dicho referendo y de las elecciones regionales, pero usando esta coyuntura para articular con claridad una narrativa que contenga su visión de país y el camino para salir de la crisis.
Cada semana parece aumentar la crudeza de la cotidianidad en Venezuela. Por eso mismo, la respuesta a la barbarie debe ser más comedida, más apegada a la institucionalidad y a la ley. Ese es el camino que nos lleva al futuro y nos aleja de este horror que, aunque no parezca. Sí tiene fin. Y no lejano.

Una buena ración de sensatez frente al delirio

El Nacional, 7 de junio 2016
En estas últimas dos semanas ocurrieron tres eventos de gran importancia en Estados Unidos, por sus implicaciones en la batalla por la Presidencia y el control del Senado.
Dos de esos relevantes episodios se relacionan con la agenda de campaña del inefable Trump. Primero, el del característico peinado viajó al estado de Nuevo México, cuya gobernadora, la republicana Susana Martínez, es uno de los íconos de ese partido, promovida hasta hace poco como una posible candidata a la Vicepresidencia, en un esfuerzo por conectar con el importante y decisivo voto latino de Estados Unidos. Al salir de su flamante jet privado, Trump se montó en un podio y emprendió un virulento ataque personal contra la gobernadora, culpándola de problemas anteriores a su gestión, que ella viene tratando de resolver. En un solo disparo, el excéntrico de Trump mostró sus prejuicios contra el empoderamiento de las mujeres y los latinos. Y en su partido nadie entiende cómo pudo enajenarse la posibilidad de un acercamiento con quien podía ser, precisamente, un conector con el voto hispano, que en este momento se encuentra en el más alto nivel histórico de rechazo al Partido Republicano y su candidato presidencial (con solo 12% de respaldo entre los latinos).
El segundo evento, protagonizado también por el aludido, tiene que ver con la visibilidad y relieve que viene adquiriendo el juicio por fraude que avanza en un tribunal en California por el caso de Trump University, en cuyo curso han aparecido evidencias de afectados y hasta de empleados de aquel proyecto, que indican que supuestamente se defraudó a sus estudiantes. Pero el controversial Trump, aquejado por este tren que amenaza con llevarse por delante su credibilidad –ya de suyo quebrantada por su negativa de hacer públicas sus declaraciones de impuesto–, optó por salir al ataque contra el juez de la causa. Su increíble e inaceptable argumento: ¡El magistrado Gonzalo Curiel es mexicano y, por ende, “no puede ser juez en este caso”, porque, según Trump, de llegar a la Presidencia ejecutará una deportación masiva de mexicanos...
El magistrado Curiel es hijo de mexicanos que, desde un origen muy humilde y con trabajo dedicado, lograron que sus dos hijos, ciudadanos nacidos en el estado de Indiana, se graduaran de abogados; uno de ellos prestó servicio en la Fuerza Armada y es veterano de la guerra de Vietnam.
El juicio por el fraude de Trump University comenzó mucho antes de que Donald Trump fuese candidato presidencial. Las evidencias comienzan a adquirir visibilidad en la opinión pública y, de pronto, el demandado (ahora candidato emblemático de los prejuicios contra los latinos) arremete con ese absurdo ataque personal contra el juez de la causa que avanza en su contra por fraude. Pero este lance no solo profundiza la herida abierta por el discurso de Trump en la comunidad hispana, sino que trae a colación un nuevo asunto: el irrespeto a la institución judicial por parte de alguien que aspira a la Presidencia. Ya durante un debate del Partido Republicano (y en varias entrevistas) Trump ha admitido estar de acuerdo con la tortura de prisioneros de guerra y descalificó al honorable senador McCain en su condición de héroe militar insinuando que no lo era, porque fue capturado por el enemigo. Y no se inhibió de decir que la Fuerza Armada tendrá que seguir sus órdenes si es presidente, aun siendo estas ilegales. El capítulo que se reabre con la conducta de Trump en el caso del vilipendio al juez Curiel es su carácter autoritario como condición inhabilitante para asumir la primera magistratura de Estados Unidos, la posición de mayor poder e influencia global del planeta. Sin duda, se acumulan evidencias de que no tiene la condición y atributos personales para ejercerla.
Y precisamente, cabalgando sobre ese momento, se produjo el hecho de significación electoral que merece comentario. Días después de que los líderes del G7 le expresaran al presidente Obama la preocupación internacional por los conceptos y planteamientos de Donald Trump, Hillary Clinton pronunció, en San Diego, California, un discurso equilibrado e impresionantemente bien documentado sobre política exterior, que contrastó notablemente con los de su contendor.
Mientras su competidor da muestras de muy escasa confiabilidad, por decir lo menos, Hillary Clinton se mostró como una persona preparada en los asuntos globales y dotada de los atributos personales para ejercer la Presidencia de Estados Unidos. Ha demostrado una especial capacidad de trabajar con amplitud, tolerancia y comprensión frente a las diferencias culturales, políticas o religiosas, dando garantías de que estas no son obstáculo para construir espacios de entendimiento, colaboración y multilateralismo en el manejo de los desafíos de seguridad, lucha contra el terrorismo, medio ambiente, comercio, frente contra la corrupción y defensa de los derechos humanos. Demostró Hillary que maneja los conceptos, tiene la experiencia y talante que cabe esperar de quien aspira a presidir tan importante nación. Y, muy concretamente, comandar con sindéresis y buen criterio la fuerza armada más poderosa del planeta.
El presidente Obama confió, a los líderes mundiales preocupados por el discurso de Trump, que él no creía que los americanos lo elegirían. Interpelado por qué, repitió lo que otras veces ha dicho a la prensa: “Porque creo profundamente en la decencia del pueblo americano”.
Los líderes del G7 seguramente escucharon con detenimiento a Hillary Clinton en San Diego esta semana. Y deben tener cifradas sus esperanzas en que la decencia de la que habla Obama se expresará en la mayoría electoral que convertirá a esa mujer en la primera en conducir las riendas de Estados Unidos.

¿Cómo se explica el fenómeno electoral de Trump?

El Nacional, 30 de mayo 2016
Hace unas dos semanas observábamos que la narrativa de Trump ha logrado movilizar un contingente electoral por frustración, rabia u odio, sobre la base del uso magistral de la falacia y la manipulación.
La primera de esas grandes mentiras apunta al asunto migratorio y a los latinos, pues está demostrado, mediante estudios del prestigioso PEW Center, que son más los indocumentados que han regresado a su país de origen, como México, que quienes han ingresado ilegalmente a Estados Unidos desde 2008. De igual manera, las estadísticas del Departamento de Justicia demuestran que los latinos cometen menos delitos violentos contra la propiedad y las personas que otros grupos étnicos. En dos platos: los 11.5 millones de indocumentados latinos en Estado Unidos son básicamente gente decente, de bien y de trabajo, con décadas en el país. En suma, son ciudadanos sin documentos. 
Se trata de un asunto de derechos humanos, pues son familias establecidas en ese país, con algún miembro del núcleo familiar ya ciudadano por nacimiento. Y casi 6 millones de ellos son jóvenes que ingresaron siendo menores de edad sin documentación, con sus padres, y están hoy a las puertas de la universidad o el mercado de trabajo, sin otra identidad cultural que la americana.
Pero así como el discurso divisivo y xenofóbico de Trump ha calado en un sector del electorado, hay otras falacias igualmente movilizadoras. Basta dar una mirada al slogan de campaña de Trump: “Hagamos que América sea grandiosa otra vez”. El lema parte de la idea de que Estados Unidos está en una especie de caída libre, de terrible crisis social y económica, y de que el pasado era mejor. 
Pero la pregunta que cuadra es la siguiente: ¿Cuándo era mejor la realidad americana? ¿Estaban mejor los estadounidenses antes de que Obama llegara al poder? ¿De verdad Trump piensa que el país estaba mejor?, o ¿era más grandioso hace 8,20, 30 o 40 años?
La realidad es que de todos los países industrializados occidentales, desde la grave recesión global del 2008, ninguno ha logrado salir de esa crisis con tanto éxito como Estados Unidos. Su economía crece, fundamentalmente con nuevos empleos del sector privado, que ha alcanzado un nivel de desempleo tan bajo que algunos expertos consideran "pleno empleo", porque es inferior a 5%. 
El déficit fiscal en 2008-2009, al llegar Obama a la Presidencia, era de 8% del PIB. Ahora es de 2,8%. Estados Unidos, en estos momentos, es independiente en materia petrolera, ha relanzado su industria automotriz, lidera el desarrollo de alternativas renovables, y sigue en posición puntera en innovación y emprendimiento global. Es una potencia militar respetada y de fuerza incomparable. Tiene un increíblemente eficaz sistema de crédito y mercado de capitales cuyas regulaciones se vienen revisando para evitar escenarios como el de 2008. 
En lo social se logró una ley sanitaria o de acceso a la salud (llamada Obamacare) a cuyo amparo más de 17 millones de personas tienen acceso a la salud, aumentando la cobertura a cotos que ya se acercan a 90% de la población, un alcance sin precedentes en la historia de un país que mantiene una gran resistencia a establecer un sistema de salud pública universal, como el que existe en la mayor parte de los países desarrollados. También se ha producido un innegable avance en cuestiones de libertad individual, como la igualdad matrimonial y los derechos de la comunidad LGBT. La inclusión de la diversidad y empoderamiento de las minorías en distintos aspectos de la sociedad es un movimiento conscientemente asumido por la mayoría de los ciudadanos. 
Por si fuera poco, en materia de seguridad nacional, bajo la administración de Obama, la lucha contra el terrorismo ha dejado sin líderes tanto a Al Qaeda como al movimiento Talibán. Podríamos seguir, pero lo cierto es que el país está mejor que hace ocho años. 
Queda, sin embargo, mucho por hacer. Eso nadie lo niega. Por ejemplo, Estados Unidos tiene el salario mínimo más bajo de cualquier país industrializado. La brecha salarial de género es mayor que en países de desarrollo comparable: las mujeres ganan entre 60% y 70% del salario de un hombre por igual trabajo. Probablemente es uno de los pocos países del mundo donde no hay permiso pre y post maternidad, por ley; ni tiempo de vacaciones mínimo con derecho a compensación. 
En materia educativa, tiene, si no el mejor, uno de los mejores sistemas de universidades del planeta, pero con problemas de calidad en su educación pública básica, media y de bachillerato, visibles cuando se compara en aptitud académica con egresados de Europa, China o Japón. Son deudas sociales que pertenecen, precisamente, al pasado que Trump apela como mejor, sin serlo.
Entonces, ¿por qué resuena la falaz narrativa de Trump? Es un asunto complejo, pero muy propio de Estados Unidos. Primero, la crisis de 2008 (herencia del gobierno de Bush) fue una sacudida muy fuerte para millones de personas que perdieron sus hogares o buena parte de sus ahorros para el retiro. Aun cuando tanto el mercado inmobiliario y de valores se han recuperado notablemente (solo el crecimiento del índice Dow Jones bajo la administración de Obama ha sido de 100%), la gente no ha recuperado su seguridad financiera y, posiblemente, no ha podido reponer las pérdidas sufridas. En segundo lugar, el empleo ha crecido pero no en el tipo de trabajos o sectores que mucha gente aspira. Esto, sin duda, es resultado de un proceso de cambios muy profundos que van configurando una "nueva economía", a cuyo ritmo de cambios no resulta fácil acoplarse, sobre todo para las capas de más edad, frente al avance de una nueva generación formada para estos tiempos. 
En pocas palabras: hay muchas personas todavía atrapadas en la vieja economía. Asistimos a un proceso de reconversión industrial y económica del cual no todos pueden participar con igual solvencia. En tercer lugar, cuando se mezclan esa inseguridad financiera con la frustración que deriva del hecho de constatar que el tipo de trabajo que se tenía ya no existe en el mercado y que ese rango de industrias florecen en otros países que colocan sus productos en Estados Unidos (por una cuestión de ventajas comparativas), esto genera un malestar que no es difícil atizar con un discurso que apela sentimientos como el racismo y la xenofobia, entre otros. 
Según esa prédica tramposa, culpables son China y México y, más aún, la clase política que negoció acuerdos de libre comercio, como el Nafta. Culpables son los latinos que te quitaron tu puesto de trabajo. Y desde allí, ha sido fácil movilizar a otro sector excluyente, secuestrado por dogmas religiosos o sociales, y decir: antes estábamos mejor. Pero, ¿cuándo, cómo? Cuando esta diversidad y cambios que nos amenazan no estaban en el panorama, responde la narrativa del inefable Trump.
No es, entonces, una mejor sociedad ni más grandiosa, la que evoca en las mentes de algunos, el slogan y discurso de Trump.Para muchos es el resultado de una confusa realidad que resienten. Pero otros pertenecen a una sociedad que se piensa mejor bajo doctrinas como la supremacía blanca o el destino manifiesto de Estados Unidos... Es un electorado que no asume la fortaleza de la diversidad social o los retos de la nueva economía, sino que, por el contrario, le teme, porque lo convoca a una nueva y desconocida realidad. 
En el fondo, Trump no está manejando un discurso conservador compasivo o abierto al cambio. Por el contrario, se trata de un planteamiento radicalmente reaccionario, en el que él se asume representante de blancos anglosajones con éxito económicoquienes en su estrecha visión histórica les pertenece el país y, por tanto, están en la obligación de reivindicar el control de la política para despachar todo aquello que represente una amenaza para su visión de las cosasVan contra todo lo que suponga un cambio en el colorido de la fibra de la sociedad, una cultura nueva, expresión de una diversidad que desconocen como propia.
Hillary Cinton, a la cabeza de su partido, los sectores independientes, los grupos representativos de la diversidad social que hoy define y fortalece al tejido social de la sociedad americana, o la asumen sin prejuicios como algo positivo, tendrán que movilizarse a votar de manera masiva, en cifras récord de participación. Porque la cháchara de Trump está movilizando a electores que venían por décadas practicando el abstencionismo político electoral. 
Así como Obama llegó a la Presidencia sobre la inmensa movilización de nuevos contingentes electorales, como los afro-americanos, las mujeres, los jóvenes y los latinos, Trump ha logrado activar sectores que venían aletargados por su frustración ante cambios que no aceptan.
Retomar la energía estimulante de la coalición que Hillary lidera, en los estados donde se expresa de forma más elocuente la diversidad que hoy caracteriza al país, será clave para el futuro de Estados Unidos. Y, con toda seguridad, del mundo.
Esa batalla ya comienza, mientras el mundo entero observa con asombro y angustia que un tipo como Trump se encuentre donde está parado en este momento.
Como vemos, no solo en Venezuela la demagogia hace estragos. Ni solo entre nosotros el resentimiento mueve a las masas para conducirlas a un destino de destrucción.

Abogando por el Cambio

Vivimos en tiempos de cambio. Tiempos interesantes donde las nuevas formas y herramientas de comunicación adquieren cada día mayor importancia, definiendo nuestras vidas e influyendo en nuestras opiniones, construyendo nuevos espacios para la participación democrática y el poder ciudadano.

Vivimos en tiempos que presentan difíciles desafíos en materia social y económica. La pobreza e iniquidades, el cambio climático global, el uso racional de los recursos naturales, el respeto a los derechos humanos, el desarme para la paz mundial, y el fortalecimiento de los sistemas democráticos, son temas y problemas prioritarios que hoy tienen afortunadamente expresión concreta en instrumentos del derecho internacional.

La globalización ha traído consigo aportes y retos en todos estos frentes, como el surgimiento de un mundo multipolar, con zonas de influencia económica y mercados relativamente integrados, coexistiendo con economías donde la informalidad y la subsistencia alcanza mas de la mitad de sus pueblos. En estas nuevas realidades todavía sigue pendiente promover la igualdad de oportunidades y la movilidad mas libre del factor humano o del factor laboral en la economía global, tal como se promueve el movimiento libre de capital y bienes. En este mundo global los trabajadores y sus sueños de felicidad siguen atrapados por las fronteras nacionales, dentro de las cuales muchos padecen como víctimas de dualismos socioeconómicos e injusticias que les obliga abrirse paso, como sea, para alcanzar esos sueños. A esos movimiento migratorios hay que verlos en su dimensión humana y encontrarle respuestas que acojan el derecho de todo ser humano a encontrar su felicidad y la seguridad de su familia, lo cual pone de relieve la realidad inter-dependiente en que vivimos, y la urgencia de modelos de cooperación internacional mas eficaces y dotados de suficientes recursos.

Finalmente, en ese envolvente proceso de cambios y globalización aparece la importancia de promover la tolerancia y la diversidad; la pluralidad y el pluralismo, dejando atrás visiones elitistas que suponen la primacía o hegemonia de alguna cultura, religión, grupo social o gobierno, por vias de facto que ignoran el derecho de otros.

Nuestra idea es contribuir a la comprensión de nuestra realidad con objetividad; y a la búsqueda de equilibrios, consensos y soluciones justas pero compartidas con relación a los temas y problemas de nuestro tiempo. Te invitamos a mirar alto, esperar lo mejor para todos, participando en "Tribuna".