No se trata de
lo que desea quien escribe, sino de la “Realpolitik”. La respuesta es simple: “está
peleado”. Lo cual ya es suficientemente preocupante para quienes militamos en
el pensamiento progresista.
Las encuestas (promediamos
las mas conocidas y confiables) reflejan que la aprobación de Obama ha caído
al 45% en promedio (con momentos críticos donde se colocó en el 40%); y aún
cuando hay un conjunto de estados vitales en el sistema de colegios electorales
donde todavía Obama se mantiene por encima del 50% (18 en total, con otros donde
lideriza cómodamente sin llegar al 50%), en los promedios nacionales segun Gallup, al 7 de Agosto de 2011, Obama tendría el 45% frente a cualquier republicano que sumaría 39% (pero hay un péndulo, pues este registro mejora significativamente el escenario 47% para el Republicano vs. 39% para Obama, registrado al 10 de Julio). Por otra parte, los
precandidatos Mitt Romney (ex-Gobernador de Massachussets) y Rick Perry
(Gobernador de Texas) se colocan en algunos escenarios en un empate técnico con el Presidente Obama.
Solamente las expresiones radicales de la derecha republicana salvarían a Obama
de esa cerrada pizarra. Todo esto si las elecciones fueran el próximo Domingo.
Y es que tanto Romney como Perry están apuntando al objetivo económico. El
primero con su perfil de gerente empresarial y exgobernador exitoso. El segundo
exhibiendo el record de empleo y crecimiento económico de Texas; a
contracorriente del resto de los EEUU -por el efecto petróleo, pero todo vale en
la política.
En un articulo
publicado por el Washington Post,
el respetado intelectual E.J. Dionne Jr. expuso: "... No importa hasta qué
punto el Presidente baja la guardia para apelar o apaciguar a los republicanos
- no importa si es agradable, conciliador, amable y razonable como trata de ser
- los votantes le juzgan conforme a los resultados … “acomodarse” a la mayoría
republicana no le ha ofrecido mucho de todos modos a Obama. Esto crea la
paradoja electoral: Hasta cierto punto, los republicanos en el Congreso pueden
permitirse el lujo que su propia aprobación este muy por debajo de la del
Presidente, siempre y cuando lo arrastren aún más en territorio negativo
..." Hasta ahora esa ha sido la estrategia obstruccionista republicana. Las
encuestas reflejan que los republicanos en el Congreso han caído por debajo del 20%, mucho mas que Obama. Pero han logrado traerlo al pantano.
Muchos piensan
que esa estrategia puede funcionar. Básicamente si la economía no presenta
alguna mejoría; o si la gente se convence de que el déficit fiscal y la deuda
de EEUU los llevan al colapso … salvo que ocurra otro episodio similar a la
captura y muerte de Osama Bin Laden, en cuya efervescencia la popularidad de
Obama brincó de nuevo al 58%, hasta llegar el debate sobre el tope del
endeudamiento, y la posterior rebaja de la calificación de riesgo crediticio
del coloso de la economía mundial.
Pero no todo
está escrito en política. Y lo dicho anteriormente es sólo parcialmente aceptable
como conclusión. Porque hay otros factores. El primero es Obama en campaña (que
ya sabemos lo bueno que es haciendo campaña); y contra quién será esa campaña. Ya
citamos encuestas según las cuales un liderazgo lunático y radicalizado como el
de Bachmann o Palin sería un regalo para Obama.
El segundo factor es si Obama desmonta
la estrategia obstruccionista republicaba, apelando a la opinión publica, y
antes de entrar en el calor electoral, logra poner en evidencia el cálculo
desesperado de un partido opositor sin propuestas, dispuesto a todo para
sacarlo del poder. Incluso, a jugar con el bienestar de los Americanos y la credibilidad
internacional de EEUU. Por ello Obama ha retomado la ofensiva al plantear
dirigirse la semana que comienza, al país, desde una sesión bicameral, donde propondrá
un plan de empleo.
El tema no es fácil.
Fareed Zakaria resumió recientemente, y con brillantez, el dilema de la economía
Americana. Recuperar el pleno empleo (o aproximarse a éste) es complicado. EEUU
tiene un desempleo hasta cierto punto estructural causado por dos tendencias:
el impacto de la innovación tecnológica; y la ventaja competitiva de las economías
emergentes con sus bajos costos laborales y de producción, en este escenario de
globalización. Eso junto al hecho de la secuencia de eventos no ha ayudado a la
administración Obama. Cuando las cosas comenzaban a perfilarse, recayó Europa
en crisis. Con una magnitud y alcance que la nueva Directora Ejecutiva del FMI
ha calificado como causa de una nueva recesión global de no aplicarse medidas
coordinadas entre los países del G-8. Asimismo, nadie termina de reconocerlo,
pero los altos precios del petróleo se comportan como un “freno pegado” en una
de las ruedas del carro. Las soluciones son todas espinosas. Por ejemplo, en
Europa los bancos deben ser recapitalizados, al hacerse esto, la masa monetaria
disminuye esterilizando el mercado y afectando el consumo. En EEUU la única
medida con impacto de corto plazo en materia de empleo es la inversión pública
en infraestructura, pero hacerlo nos trae de nuevo al debate sobre deuda y déficit
que tiene trancado el juego parlamentario en este polarizado y polarizante
Congreso, y por ende, solo el debate puede aumentar el temor e incertidumbre en
la ya confundida opinión pública. El índice de confianza económica de Gallup, pasó
de una franca recuperación hasta principios del 2011, a una caída significativa en
los últimos meses.
En el mediano
y largo plazo, la solución al desempleo está en el emprendimiento y la
innovación, apalancado en las nuevas oportunidades que ofrece la revolución
de cambios tecnológicos que vivimos; pero equilibrar el presupuesto pasa por un
plan fiscal que requiere hilar muy fino para no asfixiar o desestimular las
nuevas inversiones. Finalmente, los sectores exportadores de EEUU se benefician
de la devaluación del dólar, pero esta tiene un impacto alcista en los precios
del petróleo, cuya consecuencia es que al llenar el tanque de gasolina, la
gente queda con menos disponibilidad para consumir.
Y así llegamos
al tema central. “It is the economy, stupid…” proclamó el prestigioso asesor
James Carville a lo largo de la campaña que permitió elegir a Clinton frente a
un titán como el Viejo Bush, quien exhibía su record en política internacional
junto al triunfo en la Guerra del Golfo, como credenciales para su reelección.
Obama sabe que el principio y el final es la economía; y concretamente el
empleo. Y en eso radica el mayor reclamo
que le hacen su partido, los sectores progresistas, los hispanos descontentos (en parte porque no se ha logrado la reforma migratoria, pero mucho mas porque
su empleo depende en exceso de sectores como la construcción); y los jóvenes,
entre quienes la tasa de desempleo en más alta que el promedio nacional. Todas
estas fueron audiencias claves para el Presidente en su elección del 2008,
junto al elector independiente que quiere cambios, pero sin incertidumbre económica
personal. Y todos ellos están postrados ante la incertidumbre económica o
sencillamente engrosando la cifra del 9,1% de desempleados o 18% de
subempleados que registra la economía de EEUU.
El mismo
Carville contestaba en días pasados, interrogado sobre cual era su
recomendación para Obama, que se requiere mas que el discurso de esta semana ante
el Congreso. Exclamaba con vehemencia: ¡Obama necesita destituir a alguien de su
gabinete y la Casa Blanca! Y tiene que desenmascarar a los Republicanos en su
estrategia. Tomar la ofensiva con su agenda progresista. Demostrar al
electorado que su plan puede poner a la gente a trabajar, y que la mayoría republicana
sencillamente le dice que NO a todo. Tiene que convencer al ciudadano común que
su plan de empleo significa, acelerar el crecimiento económico, y que
acompañado de un plan coherente de reducción del déficit a 10 años, la
pesadilla de la deuda dejará de ser un problema para los americanos.
En síntesis. Obama
si puede reelegirse. Hay tiempo de por medio (porque en política un año puede
ser tanto como un siglo), pero la pelea es dura, es peleado … y está peleada.
Excelente artículo. Un profundo y muy acertado análisis
ResponderEliminarde la situación política, partidista y económica de este país.
Fernando Echeverria