jueves, 7 de abril de 2016

Puerto Rico puede decidir las elecciones en Florida

El Nacional, 3 de abril 2016
Siguen avanzando las primarias presidenciales en Estados Unidos. En el lado demócrata, la matemática del complejo sistema de los colegios electorales estadounidense es rigurosamente favorable para Hillary Clinton, virtual candidata presidencial para enfrentar al partido Republicano. Pero en este partido, la cúpula conservadora maniobra para evitar, con base en esas mismas complejas reglas, la nominación casi inevitable del inefable Donald Trump.
Hasta la fecha ha habido mucho entusiasmo y participación en las primarias republicanas por el efecto movilizador de Trump sobre sectores tradicionalmente abstencionistas que se identifican con su mensaje divisionista, hasta rabioso, xenofóbico y con tintes prejuiciosos y racistas. En su trayecto, Trump ha consolidado una primera minoría o pluralidad del voto que le permitiría alzarse con la nominación  republicana, pero que hace difícil imaginarlo elegible en una elección general, por su negativa imagen entre cuatro audiencias claves: las mujeres, los latinos, los afroamericanos y los jóvenes.
Trump se ganó a pulso el rechazo que tiene en estos sectores, por cierto. Dados su excéntrica y agresiva retorica antiinmigrante; su desprecio por el rol de las causas y derechos de la mujer independiente y profesional; y su silencio (seguido por tibio distanciamiento) ante el apoyo que recibió de voceros del KuKluxKlan.
Una encuesta del Washington Post indica que 9 de cada 10 latinos jamás votarían por Donald Trump; y el más reciente estudio de Gallup revela que 7 de cada 10 mujeres tienen una opinión negativa y de rechazo hacia el magnate. En cuanto a los electores afroamericanos, ya el partido republicano había perdido el ascendiente que sobre aquellos tienen los demócratas, así como sobre los latinos, al igual que con la simpatía del voto femenino. Desde la presidencia de Reagan, los republicanos han perdido consistentemente el voto femenino en Estados Unidos, con márgenes que se amplían ante la candidatura de Hillary Clinton, quien se convertiría en la primera mujer presidente después de que un compañero de tolda fuese el primer afrodescendiente en instalarse en la oficina oval de la Casa Blanca.
Increíble secuencia en la conquista de espacios y empoderamiento de ambos sectores de la sociedad. Seguidilla que guarda un paralelo histórico con las luchas para otorgarles a ambos sectores el derecho al voto…una conquista de la que fuera protagonista un partido republicano que ya no existe, ni en Trump ni en su principal rival, el senador Ted Cruz.
Pero uno de los mayores escollos del partido será el voto latino y su incidencia en un Estado clave por la dinámica de los colegios electorales: la Florida. Estadísticamente, es improbable para un republicano alcanzar la Presidencia de Estados Unidos sin conquistar al menos 40% del voto latino en general, y 47% del de Florida, en particular.
Y en Florida la complicación va más allá de la antipatía que despierta Trump en la población hispana. El electorado tradicional y conservador cubano americano,movilizado por su anti-castrismo, ya no domina la escena política de Florida. Como prueba contundente,  la terrible derrota encajada allí por el senador Marco Rubio, quien solo alcanzó a ganar en Miami, pero perdió ante Trump por altos márgenes en el resto del estado. Y ambos vieron cómo el voto hispano se desplazó de forma importante hacia la primaria demócrata, específicamente a favor de Hillary Clinton, quien recabó más votos en las primarias demócratas en Florida que los emitidos a favor de Trump o Rubio.
Esto evidencia que el perfil del voto latino en la Florida ha cambiado por un imperativo generacional: los cubanoamericanos de menos de 35 años apoyan mayoritaria y decididamente el viraje de Obama al restablecer relaciones con Cuba. Pero, además, se han incorporado nuevos contingentes de diferentes proveniencias latinoamericanas, con diversos intereses, distantes de aquella agenda tradicional centrada en el anticastrismo. Es el caso de los residentes puertorriqueños en Florida.
En el pasado, cuando pensábamos en el voto boricua, nos restringíamos a Nueva York. Pero como resultado de la crisis económica en la isla, cerca de un millón de puertorriqueños se han desplazado y establecido residencia entre Orlando y Tampa, donde activaron automáticamente su derecho a votar como ciudadanos americanos.
La crisis económica de Puerto Rico no es solo un problema que exige respuestas a nivel federal, también tiene implicaciones políticas, ya que ha cambiado el mapa político electoral de la Florida, un campo de batalla clave tanto en las elecciones presidenciales como para la Cámara de Representantes y el Senado, puestos claves que también están en juego en ese estado.
Es cierto que la deuda de Puerto Rico exige un plan de reformas y ajustes en el gasto de la isla, pero más allá de la racionalización de su política fiscal, el gobierno federal tiene un rol en este asunto. La reordenación del gasto militar, particularmente en la naval, ha tenido consecuencias en la isla; y la competitividad de Puerto Rico frente a otras naciones soberanas en el Caribe también se encuentra limitada por su estatus político-jurídico. Los países vecinos en el Caribe están en capacidad de diseñar alianzas (favorables a las inversiones) con otros países con una libertad de la que no dispone el gobierno de Puerto Rico. Eso exige respuestas que comienzan con reformas puntuales a la ley de bancarrota para permitir la renegociación de la deuda de Puerto Rico bajo el Capítulo 9 de dicha ley, como han hecho exitosamente decenas de ciudades en Estados Unidos, entre ellas Detroit.
Puerto Rico y su gente son parte integral y vibrante de la sociedad estadounidense. El futuro de la isla es importante para todos, pero es un asunto particularmente sensible para ese elector boricua que hoy reside en la Florida. El caso de Puerto Rico, en el contexto del sistema federal americano, es similar en sus magnitudes al de Grecia en la Unión Europea, claro que la fiscalidad y profundidad del mercado de capitales de los Estados Unidos ofrece muchas más posibilidades para resolverlo exitosamente. Es inexplicable que no exista conciencia de ello en algunos integrantes del liderazgo del Congreso y el Senado, particularmente en quienes representan el estado de Florida.
En el liderazgo del partido demócrata en el Congreso se han hecho sentir, con energía y propuestas concretas, las voces del congresista Luis Gutiérrez, así como la senadora Elizabeth Warren.
Hillary Clinton ha presentado ideas y compromisos firmes para resolver esta crisis. Sin embargo, la mayoría republicana en el Congreso y el Senado sigue indiferente. En Florida, el voto hispano es crucial y se movilizará junto con sus hermanos boricuas, hoy sus vecinos, para exigir soluciones. Elegirán a un presidente, a representantes al Congreso y al Senado comprometidos con esta causa, una de varias prioridades en la agenda latina.
La cuestión de Puerto Rico tendrá impacto en la elección del reemplazo de Marco Rubio como senador para la Florida, y en la elección del próximo Presidente de Estados Unidos.
No sería, pues, muy descabellado afirmar que la pequeña isla podría decidir las elecciones en la Florida y, por ese camino, ser clave en la definición del destino del titán del norte.

El peso de la economía en la transición de Venezuela

El Nacional, 27 de marzo 2016
En 2012 (último de la presidencia de Hugo Chávez, antes de su fallecimiento), Venezuela, ya convertida en una economía de puertos, importaba 60 millardos de dólares. 28% de esos productos venía de Estados Unidos, 16% de China, 9% de Brasil y 4% de Colombia y Argentina, respectivamente. Se exportaban 80 millardos de dólares, 47% de estas ventas a Estados Unidos, 17% a China y 14% a la India; 80%, petróleo crudo y el resto, productos petroleros refinados o derivados.
En este momento, el país, absolutamente dependiente de sus mermadas exportaciones petroleras, exporta cerca de 37 millardos de dólares e importa 36 millardos de dólares. Y las importaciones ya no solo incluyen hasta el café sino también petróleo y gasolina (cuyo valor ya está por encima de 8% de las importaciones totales). No obstante ese precario equilibrio en la cuenta comercial, el movimiento de capitales hacia el exterior en la balanza de pagos se ve seriamente comprometido cuando se asume el servicio de la deuda externa, que monta algo más de los 15 millardos de dólares anuales.
Para ilustrar la magnitud del efecto destructivo del modelo económico ensayado en Venezuela, recordemos que nuestros vecinos andinos, Perú, Colombia, Bolivia y Ecuador, mantienen reservas internacionales líquidas (excluyendo oro y derechos especiales de giro ante el FMI) del orden de los 59, 44, 15 y 4 millardos, respectivamente, mientras Venezuela tiene solo 2,6 millardos de dólares.
Como tercer dato, el valor agregado del patrimonio de toda la banca venezolana, por el efecto de la brutal devaluación, en términos reales no supera los 500 millones de dólares.
Finalmente, la economía entra en su cuarto año consecutivo de decrecimiento, acumulando ya una pérdida en el PIB de más de 11%. Entre tanto, más de 30 millones de hectáreas cultivables en manos del Estado se mantienen totalmente improductivas; y el desempleo abierto y encubierto, sumado al subempleo, afecta a más de 50% de la población laboralmente activa del país.
Por su parte, los salarios siguen atados a una ficción cambiaria, mientras la devaluación y las distorsiones los van dejando rezagados hasta el punto de que el valor de la canasta alimentaria, por sucesivos los ajustes en la estructura de costos y precios, representa más de 12 salarios mínimos.
Con este pliego de datos podemos destacar tres conclusiones:
En medio de una increíble contracción económica signada por la caída en los precios del petróleo, el gobierno de Nicolás Maduro ha escapado hacia adelante sin hacer nada por estimular la producción y reduciendo el consumo de los venezolanos en casi 50%. Sin decretarlo, el gobierno ha metido al país en una brutal política de racionamiento, sin asomar una hoja de ruta para retomar el camino del crecimiento.
Venezuela tiene menos de un mes de importaciones en reservas internacionales; y cada vez que se aproxima un pago de deuda externa, sacrifica el flujo de importaciones agravándose de forma dramática la contracción del consumo.
Si mañana un grupo de inversionistas decididos a trabajar por el país decidieran emprender 5 o 6 proyectos de envergadura, la banca toda no tendría capacidad de prestarles los fondos requeridos, dado el actual patrimonio del sistema bancario.
Y, finalmente, si se hiciera un ajuste en el salario, que permitiera el consumo de la canasta básica, posiblemente la mayoría de las empresas del país tendría que cerrar.
Una situación de esta magnitud no puede resolverse sin un plan que sume el apoyo de todos los sectores del país, empresariales, gubernamentales, políticos, sindicales y gremiales. La aguda tendencia al deterioro, con la gente a merced de la escasez y la inflación más alta del mundo, no puede abordarse promoviendo una conflictividad política que constituiría un serio agravante de la crisis.
Venezuela no solo requiere un mecanismo de transición política e institucional. Es preciso acompañar ese proceso con una transición hacia un nuevo modelo económico, que comenzaría con una fase de ajustes acordados y programados con el apoyo de todos los sectores, enmarcados en ese acuerdo de gobernabilidad política con el que comienza la transición.
Hay grupos que piden la renuncia del presidente y otros la enmienda constitucional. Ambas propuestas se ahogan en la conflictividad o mueren en la Sala Constitucional del TSJ.
Otros actores promueven el referendo revocatorio. Diera la impresión de que si la recolección de firmas para convocar este último se hiciese conjuntamente con las elecciones regionales a final del año, el revocatorio podría ocurrir dentro de los últimos dos años del actual periodo constitucional. De esta manera se habilitaría una transición negociada, encabezada por un vicepresidente capaz de expresar consensos, para abordar la primera etapa del costoso ajuste económico que se impone.
Si revocatorio se produjera este año, y antes de entrar en el último bienio del periodo constitucional, estaríamos entonces enfrentados a un escenario de elección general (presidente y gobernadores de estados), en medio de una crisis económica agravada en la dinámica electoral. Quien resulte electo tendría que formar una coalición o acuerdo de gobernabilidad de anchísima base. De lo contrario, la turbulencia del ajuste económico ineludible lo dejaría sin capital político en cosa de meses, lo que agudizaría la crisis en todas sus manifestaciones.
Es sencillo darse cuenta de que a estas alturas no hay caminos o estrategias supremacistas en que oficialismo u oposición puedan salir airosos. Tarde o temprano, tendremos que allegarnos a un gran acuerdo nacional. Si nos tardamos demasiado quizá terminemos importando aire para aliviar la asfixia que ya asedia la vida cotidiana de los castigados venezolanos.

Abogando por el Cambio

Vivimos en tiempos de cambio. Tiempos interesantes donde las nuevas formas y herramientas de comunicación adquieren cada día mayor importancia, definiendo nuestras vidas e influyendo en nuestras opiniones, construyendo nuevos espacios para la participación democrática y el poder ciudadano.

Vivimos en tiempos que presentan difíciles desafíos en materia social y económica. La pobreza e iniquidades, el cambio climático global, el uso racional de los recursos naturales, el respeto a los derechos humanos, el desarme para la paz mundial, y el fortalecimiento de los sistemas democráticos, son temas y problemas prioritarios que hoy tienen afortunadamente expresión concreta en instrumentos del derecho internacional.

La globalización ha traído consigo aportes y retos en todos estos frentes, como el surgimiento de un mundo multipolar, con zonas de influencia económica y mercados relativamente integrados, coexistiendo con economías donde la informalidad y la subsistencia alcanza mas de la mitad de sus pueblos. En estas nuevas realidades todavía sigue pendiente promover la igualdad de oportunidades y la movilidad mas libre del factor humano o del factor laboral en la economía global, tal como se promueve el movimiento libre de capital y bienes. En este mundo global los trabajadores y sus sueños de felicidad siguen atrapados por las fronteras nacionales, dentro de las cuales muchos padecen como víctimas de dualismos socioeconómicos e injusticias que les obliga abrirse paso, como sea, para alcanzar esos sueños. A esos movimiento migratorios hay que verlos en su dimensión humana y encontrarle respuestas que acojan el derecho de todo ser humano a encontrar su felicidad y la seguridad de su familia, lo cual pone de relieve la realidad inter-dependiente en que vivimos, y la urgencia de modelos de cooperación internacional mas eficaces y dotados de suficientes recursos.

Finalmente, en ese envolvente proceso de cambios y globalización aparece la importancia de promover la tolerancia y la diversidad; la pluralidad y el pluralismo, dejando atrás visiones elitistas que suponen la primacía o hegemonia de alguna cultura, religión, grupo social o gobierno, por vias de facto que ignoran el derecho de otros.

Nuestra idea es contribuir a la comprensión de nuestra realidad con objetividad; y a la búsqueda de equilibrios, consensos y soluciones justas pero compartidas con relación a los temas y problemas de nuestro tiempo. Te invitamos a mirar alto, esperar lo mejor para todos, participando en "Tribuna".