A sólo un par de días de las elecciones parlamentarias de mitad de periodo, se pueden hacer varias lecturas tomando en cuenta, como punto de referencia la reflexión hecha ayer por el propio Presidente Obama al comentar el proceso.
Sucedió lo que todas las encuestas y analistas dijimos. Los Demócratas perdieron el control de la Cámara de Diputados (con algo de sorpresa en la contundencia de los escaños logrados); y el partido Demócrata mantuvo el control del Senado, donde no estaban en discusión todos los Estados, quizás muy afortunadamente para el gobierno.
En primer lugar, como lo indicó el Presidente Obama, “la paliza” recibida –usando sus propias palabras- tiene mucho que ver con los modestos y para ciertos sectores imperceptibles resultados económicos de la gestión de gobierno. Nuestra opinión es que el gobierno no lo ha hecho tan mal en este terreno, dada la magnitud de la crisis, y quizás su mayor pecado fue intentar conciliar desde el centro con ocasión de la matriz “anti-estímulo fiscal” como sinónimo de “despilfarro” y “marxismo o socialismo” que montaron los sectores extremos del partido republicano al activar el Movimiento del Tea Party. En efecto, el “estimulo fiscal” tiene mucho respaldo en la academia entre economistas muy serios (Krugman, entre otros) y “Think Tanks independientes como el Carnegie Endowment for International Peace; y tampoco encontró la oposición de líderes empresariales cuya responsabilidad social es manifiesta (Gates, Buffet); y en nuestra opinión no tuvo la profundidad, direccionalidad y cuantía inicialmente propuesta, por tanto, la receta “keynesiana” quedó implementada a media maquina. Por otra parte la secuencia en que se presentó la crisis global no ayuda. Cuado los indicadores de confianza, bursátiles y macroeconómicos comenzaban a mejorar en EUA, se precipitó con mayor profundidad la crisis de los mercados financieros Europeos (con el tema de España y Grecia a la cabeza). Es decir, primero explotó la burbuja inmobiliaria y luego la burbuja del Euro. Por su parte, la guerra cambiaria desatada en la economía global a partir de esta crisis, incluyendo la subvaluación del Yuan Chino, ha complicado las cosas. No obstante, el discurso de que todo podría estar mucho peor sin las políticas ejecutadas por la administración Obama no vende electoralmente, por mas que sea cierto en términos técnicos, la percepción domina sobre las realidades, y el desempleo sigue bordeando el 10% en EUA, la confianza del consumidor es baja y el crecimiento imperceptible cuando no frágil.
Pero queremos agregar unos datos sobre participación electoral y comportamiento de ciertas audiencias, porque son relevantes para comprender lo que esta pasando:
· La participación electoral fue significativamente menor que la de las elecciones del 2008 donde se eligió Presidente a Barack Obama, trayendo en su portaviones la contundente mayoría parlamentaria de diputados en la Cámara que el 2 de Noviembre quedo barrida.
· El voto popular nacional por audiencias indica una desmovilización de sectores clave para Obama y los Demócratas en el 2008: los jóvenes y los latinos; y la movilización de otros típicamente republicanos como la audiencia “blanca cristiana” mas radicalizada, quienes no se sintieron motivados por la candidatura de McCain y solo encontraban expresión en la imagen de la Gobernadora Palin.
· El “swing voter” del perfil “white blue collar” (población blanca sin grado universitario) participó con una tendencia mayoritariamente republicana en esta oportunidad.
Sin duda en esta elección tuvo mucho peso la desmovilización electoral de jóvenes, latinos y otros sectores que entraron a participar masivamente en política con la campaña del 2008
Hace meses en nuestro blog Tribuna expusimos lo siguiente:
“… el arte de la política es más exigente de lo que siempre pensamos. Los dos sectores que también influyeron en el reciente revés de popularidad presidencial se relacionan a audiencias complejas cuya movilización le permitió a Obama alcanzar picos de popularidad en las elecciones pasadas. Por un lado están quienes quieren ver una reforma del sistema de salud basada en la “opción pública” y ven esta posibilidad fuera de la mesa. Por el otro lado, está la juventud que ya deja de ver al “candidato fresco” en la medida que la “realpolitik” arrolla al Presidente en el poder. Por ejemplo, en esa masa joven la decisión de incrementar tropas en Afganistán tuvo en alto costo político (http://www.gallup.com/poll/124520/Obama-Approval-Afghanistan-Trails-Issues.aspx?CSTS=alert). No obstante, y quizás los cálculos están hechos, el Presidente puede perder cierto respaldo en esas audiencias sin que lo puedan capitalizar los republicanos con su plataforma tan “reaccionaria” en temas sociales; y tan “belicista” en temas de seguridad nacional y política internacional. Pero cuidado con los cálculos, una desmovilización de estos sectores puede tener un alto costo electoral para Obama en determinados escenarios. En el terreno del gobierno es difícil mantener a todos alineados, porque se toman decisiones. Primero, imponer la “opción pública” es muy difícil en un país como los Estados Unidos, tan “dogmático” en eso de mantener al gobierno al margen, y esto mas allá de nuestras preferencias, porque quien suscribe piensa que en la existencia de una opción pública radica la esencia de una verdadera reforma al sistema de seguridad social y salud. Y segundo; es imposible gobernar sin tomar en cuenta las presiones de la realidad castrense e internacional en el plano de los muchos conflictos en los que se encuentra involucrado el Gobierno de los EUA por la cruzada internacional contra el terrorismo. La mayoría de los americanos también es muy sensible a este tema, incluyendo no solamente audiencias radicalizadas de la derecha, sino también una buena parte de los republicanos y demócratas que están en el centro del espectro político (http://www.gallup.com/poll/126101/Americans-Divided-Strength-National-Defense.aspx?CSTS=alert ). El “delivery” en esto casos vive en permanente conflicto con “el mensaje y las expectativas” de ciertas audiencias claves. Sin duda Obama tiene que gobernar desde el centro, pero sin desdibujarse como líder progresista. Así que en esa turbulencia navega el Presidente.”
Finalmente, el Presidente Obama ha sido mejor candidato que Presidente. Por dos razones. Primero es un orador que inspira audiencias y aborda la agenda progresista con un tono y lenguaje fabuloso. Pero su estilo crea una crisis de expectativas, cuando se llega al poder y se le confronta con la realidad de gobernar. Mas fácil es ofrecer que dar. No cabe duda. Segundo, el gran comunicador que fue Obama en campaña electoral –con todos los mecanismos de participación ciudadana contenidos en la extraordinaria plataforma 2.0 “bottom-up” montada en el 2008- no se manifiesta igual en el ejercicio de la Presidencia. Consecuencia de la rutina o peso del ejercicio presidencial en tiempos de crisis y la propia investidura. Obama hizo una confesión reveladora al comentar la derrota electoral, al reconocer que se dejó atrapar entre las paredes de la Casa Blanca, y que la investidura presidencial desconecta al líder de la cotidianidad y de la gente.
El análisis no se agota en estos temas. Hay otros mas espinosos. Creíamos que la “política del miedo” del “modelo Karl Rove” estaba enterrada después de la era G.W. Bush. Pero cuanto de ella está presente en el energizante movimiento del Tea Party. Basta citar algunas increíbles revelaciones de las encuestas, por ejemplo, mas de 1/3 de los americanos cree que Obama es Musulmán. Luego cuanta gente, basada en manipulaciones que escuchamos de hombres con la brillantez de Newt Gingrich, confunden o equiparan los términos Musulmán con Terrorismo o Al-Qaeda ¡Insólito!, pero cierto. Luego vienen discursos anti-hispanos apoyados en el tema inmigración no documentada (la ley de Arizona en el clímax de estas pasiones reaccionarias), con rostros hispanos no comprometidos con la reforma migratoria en el ticket electoral del Tea Party y los Republicanos. En fin, una mezcla de imágenes, discursos y símbolos que apelan al miedo en audiencias vulnerables, movilizando a electores que no votaron en el 2008, pero ahora en el lado de los Republicanos; o que simplemente confundió a otros. Sumando esto a la desmovilización en audiencias claves de la plataforma demócrata del 2008 y el malestar económico, producto de una crisis cuya causa no está en la acción de este gobierno cuando ya es tarde para señalar otros responsables, son tendencias difícilmente manejables en un escenario electoral.
Ya sabremos si el 2 de Noviembre es un “deja vu” de lo que sucedió en 1994, cuando el propio Gingrich -cuyos zurcidos se ven en todas las costuras de esta estrategia exitosa de campaña republicana- le quitó la mayoría de la Cámara a Clinton en 1994.
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