Esta semana se reunió la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del
Caribe (CELAC) en Caracas.
Esta reunión constitutiva es la continuación de un esfuerzo que se asume
el legado del Grupo de Río, y se originó bajo los auspicios del Presidente
Felipe Calderón en México el 2008. Ha recibido mucho respaldo del Brasil luego
de la reunión de Salvador, Bahía. Es un error ver este nuevo espacio de
confluencia regional como hijo de Hugo Chávez.
EL CELAC (antes CALC) es un intento de organización para la agenda hemisférica
sin Canadá y EEUU, e incluyendo a Cuba. Con mucha simpleza se escucha decir que
como resultado de una agenda anti-americana. No lo creo. En CELAC están países
como México (miembro del NAFTA), los miembros del CAFTA-DR y otros con acuerdos
bilaterales de libre comercio como Panamá, Colombia, Perú y Chile. En su caso,
Brasil, es un nuevo actor emergente de la economía mundial, perfectamente
integrado al G-20. Ninguno de esos países repudia esos vínculos por el hecho de
estar en el CELAC.
Las preguntas son otras ¿Que méritos hacen EEUU, Canadá y la OEA para
evitar que sucedan iniciativas como esta? ¿Hacia donde van este proceso y quién
lo capitaliza?
La realidad es que desde la Alianza para el Progreso en los tiempos
del Presidente Kennedy, EEUU no ha tenido ninguna iniciativa interesante de
liderazgo hemisférico en el plano de la cooperación económica y política. De
hecho, la agenda de EEUU frente a América Latina está dominada por su agenda de
política interior (narcotráfico, inmigración y un absurdo bloqueo comercial a
Cuba); y en lo económico, circunscrita a la proposición incompleta de los
acuerdos de libre comercio. Y todo ello, en el orden de prioridades
internacionales, muy por debajo de no menos de 10 temas que ocupan a la Casa
Blanca, el Departamento de Estado y el Capitolio. Desde el BID, los EEUU podría
impulsar iniciativas ambiciosas convocando a Brasil, México y Chile; pero nada
con brillo se ha visto de parte de Washington en ese sentido. En cuanto al caso de Canadá, su política
frente a America latina es cautiva de la que tenga EEUU.
Por su parte, la OEA se ha quedado en un grave proceso de postración
institucional y sin iniciativa política.
Sigue siendo la depositaria de dos instrumentos fundamentales del
derecho interamericano (La Convención Interamericana de Derechos Humanos y la
Carta Democrática), pero no tiene iniciativas en temas vitales para el
hemisferio, que podrían desarrollarse a partir de ambos instrumentos, por
ejemplo, proponiendo una agenda concreta de cooperación socioeconómica y
seguridad hemisférica.
Brasil, sin embargo, ha logrado su objetivo. Ha dejado que otros
impulsen un proceso que pese a sus diversas agendas, confluye en un espacio
donde su hegemonía es evidente. Ha logrado crear condiciones políticas para que
el MERCOSUR y UNASUR exploren nuevas fronteras dentro de territorios que nadie
pisaba por ser del dominio exclusivo de Washington ¿Terminará Brasilia siendo
para la región lo que hasta hoy representa Washington?
En realidad no está claro. A los latinoamericanos nos persigue la tradición
nominalista. Hemos creado en cinco décadas un archipiélago de organizaciones; y
firmado una biblioteca de tratados. El problema es de seguimiento, ejecución y
desarrollo institucional.
Escribir el futuro hemisférico sin EEUU y Canadá también es difícil.
Pero lamentablemente la ausencia de liderazgo norteamericano es patente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario