lunes, 5 de diciembre de 2011

EEUU y Canadá: ¡Despierten!


Esta semana se reunió la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC) en Caracas.

Esta reunión constitutiva es la continuación de un esfuerzo que se asume el legado del Grupo de Río, y se originó bajo los auspicios del Presidente Felipe Calderón en México el 2008. Ha recibido mucho respaldo del Brasil luego de la reunión de Salvador, Bahía. Es un error ver este nuevo espacio de confluencia regional como hijo de Hugo Chávez.

EL CELAC (antes CALC) es un intento de organización para la agenda hemisférica sin Canadá y EEUU, e incluyendo a Cuba. Con mucha simpleza se escucha decir que como resultado de una agenda anti-americana. No lo creo. En CELAC están países como México (miembro del NAFTA), los miembros del CAFTA-DR y otros con acuerdos bilaterales de libre comercio como Panamá, Colombia, Perú y Chile. En su caso, Brasil, es un nuevo actor emergente de la economía mundial, perfectamente integrado al G-20. Ninguno de esos países repudia esos vínculos por el hecho de estar en el CELAC. 

Las preguntas son otras ¿Que méritos hacen EEUU, Canadá y la OEA para evitar que sucedan iniciativas como esta? ¿Hacia donde van este proceso y quién lo capitaliza?

La realidad es que desde la Alianza para el Progreso en los tiempos del Presidente Kennedy, EEUU no ha tenido ninguna iniciativa interesante de liderazgo hemisférico en el plano de la cooperación económica y política. De hecho, la agenda de EEUU frente a América Latina está dominada por su agenda de política interior (narcotráfico, inmigración y un absurdo bloqueo comercial a Cuba); y en lo económico, circunscrita a la proposición incompleta de los acuerdos de libre comercio. Y todo ello, en el orden de prioridades internacionales, muy por debajo de no menos de 10 temas que ocupan a la Casa Blanca, el Departamento de Estado y el Capitolio. Desde el BID, los EEUU podría impulsar iniciativas ambiciosas convocando a Brasil, México y Chile; pero nada con brillo se ha visto de parte de Washington en ese sentido.  En cuanto al caso de Canadá, su política frente a America latina es cautiva de la que tenga EEUU.

Por su parte, la OEA se ha quedado en un grave proceso de postración institucional y sin iniciativa política.  Sigue siendo la depositaria de dos instrumentos fundamentales del derecho interamericano (La Convención Interamericana de Derechos Humanos y la Carta Democrática), pero no tiene iniciativas en temas vitales para el hemisferio, que podrían desarrollarse a partir de ambos instrumentos, por ejemplo, proponiendo una agenda concreta de cooperación socioeconómica y seguridad hemisférica.

Brasil, sin embargo, ha logrado su objetivo. Ha dejado que otros impulsen un proceso que pese a sus diversas agendas, confluye en un espacio donde su hegemonía es evidente. Ha logrado crear condiciones políticas para que el MERCOSUR y UNASUR exploren nuevas fronteras dentro de territorios que nadie pisaba por ser del dominio exclusivo de Washington ¿Terminará Brasilia siendo para la región lo que hasta hoy representa Washington? 

En realidad no está claro. A los latinoamericanos nos persigue la tradición nominalista. Hemos creado en cinco décadas un archipiélago de organizaciones; y firmado una biblioteca de tratados. El problema es de seguimiento, ejecución y desarrollo institucional.

Escribir el futuro hemisférico sin EEUU y Canadá también es difícil. Pero lamentablemente la ausencia de liderazgo norteamericano es patente. 

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Abogando por el Cambio

Vivimos en tiempos de cambio. Tiempos interesantes donde las nuevas formas y herramientas de comunicación adquieren cada día mayor importancia, definiendo nuestras vidas e influyendo en nuestras opiniones, construyendo nuevos espacios para la participación democrática y el poder ciudadano.

Vivimos en tiempos que presentan difíciles desafíos en materia social y económica. La pobreza e iniquidades, el cambio climático global, el uso racional de los recursos naturales, el respeto a los derechos humanos, el desarme para la paz mundial, y el fortalecimiento de los sistemas democráticos, son temas y problemas prioritarios que hoy tienen afortunadamente expresión concreta en instrumentos del derecho internacional.

La globalización ha traído consigo aportes y retos en todos estos frentes, como el surgimiento de un mundo multipolar, con zonas de influencia económica y mercados relativamente integrados, coexistiendo con economías donde la informalidad y la subsistencia alcanza mas de la mitad de sus pueblos. En estas nuevas realidades todavía sigue pendiente promover la igualdad de oportunidades y la movilidad mas libre del factor humano o del factor laboral en la economía global, tal como se promueve el movimiento libre de capital y bienes. En este mundo global los trabajadores y sus sueños de felicidad siguen atrapados por las fronteras nacionales, dentro de las cuales muchos padecen como víctimas de dualismos socioeconómicos e injusticias que les obliga abrirse paso, como sea, para alcanzar esos sueños. A esos movimiento migratorios hay que verlos en su dimensión humana y encontrarle respuestas que acojan el derecho de todo ser humano a encontrar su felicidad y la seguridad de su familia, lo cual pone de relieve la realidad inter-dependiente en que vivimos, y la urgencia de modelos de cooperación internacional mas eficaces y dotados de suficientes recursos.

Finalmente, en ese envolvente proceso de cambios y globalización aparece la importancia de promover la tolerancia y la diversidad; la pluralidad y el pluralismo, dejando atrás visiones elitistas que suponen la primacía o hegemonia de alguna cultura, religión, grupo social o gobierno, por vias de facto que ignoran el derecho de otros.

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