América Latina ha logrado mucho
esta última década. Por su parte Estados Unidos, viene decayendo en ese mismo
período hasta encontrarse en su actual encrucijada histórica, confrontando
muchos desafíos que producen incertidumbre. Y todos nos preguntamos ¿Hasta dónde
podremos llegar en ambos escenarios?
Cuando observamos esas dos
realidades es importante apreciar un problema común en el cual norte y sur del continente
se encuentran.
La respuesta para ambas realidades, en el largo plazo, tiene
que ver con la educación. Hace unos años se hizo celebre aquella frase durante
la campaña electoral que le ganó Clinton A Bush: “It’s the economy stupid”. Hoy
provoca gritar que resulta una estupidez ver como no se hace lo suficiente en
materia educativa.
En los EEUU se presenta un problema
delicado: La brecha de calidad que existe entre la educación universitaria y el
resto del sistema educativo. EEUU cuenta en su haber con el 36% de las mejores universidades
del mundo; pero Michele Rhee, la ex-Canciller de Educación del Gobierno de la
ciudad de Washington DC, lo ha expuesto de forma muy precisa: el “Zip Code”
donde usted vive determina el futuro de sus hijos. Y lo grave es que la peor
calidad de educación se encuentra en los distritos educativos donde se concentra
mayor pobreza y desigualdad.
En pocas palabras, el gran “igualador” con el cual se construyó el “Sueño Americano”, su sistema de educación pública, está en crisis y contribuye a la baja productividad y deterioro del tejido social Americano. Por si fuera poco, el promedio de las notas en exámenes de aptitud académica de los jóvenes de EEUU en ciencias, física, química, matemáticas y análisis critico no compite con el de los bachilleres de Europa, China y Japón. Además, de todos estos países, los estudiantes salen al menos bilingües, y a pesar de la diversidad cultural que existe en EEUU, los muchachos sólo manejan el Inglés al graduarse. Allí está descrito el drama. Es difícil imaginar que EEUU pueda retomar sus ventajas comparativas y competitivas, incuso aprovechar su capacidad instalada para innovar desde sus excelentes Universidades, sin invertir en la base del sistema educativo.
Por su parte Latinoamérica vive un drama similar pero agravado, tal como puede apreciarse en los estudios del SITEAL (Sistema de Información de Tendencias en America Latina).
La educación pública, en general,
no es una opción válida en Latinoamérica. La brecha que existe entre una
escuela privada y una pública es inmensa en toda la región, pero lo mas grave
es el posicionamiento del promedio del bachiller latinoamericano egresado del
sistema público en el mundo, particularmente cuando se
le compara con el de otras economías emergentes. Ahora bien, a nivel de Universidades, donde los gobiernos latinoamericanos
invierten mucho dinero (la mayor de las veces mas por estudiante de los que
invierten en la educación básica y media) los resultados son decepcionantes.
Solo 3 Universidades latinoamericanas figuran en la lista de las primeras 200
del mundo (la Universidad de Sao Paolo, la Universidad de Buenos Aires y la
Universidad Autónoma de México).
En un mundo donde los países
emergentes solo pueden sostener su crecimiento y alcanzar nuevos estadios de
desarrollo mejorando la remuneración de los trabajadores por su mayor
productividad, además de innovando en la economía mundial, es evidente el
tamaño del desafío con el actual sistema educativo.
Sorprende entonces como mas allá del discurso, en el terreno de la práctica, todo los gobiernos se enfocan en temas de libre comercio o cooperación económica sin abordar un gran proyecto de cooperación e intercambio para la reforma educativa a nivel continental.
La EDUCACIÓN venezolana se encuentra atrapada por una pinzas terribles: La educación privada se le agrede limitando los aumentos anuales a valores que no llegan a la mitad de la inflación. Las universidades nacionales, no afectas al régimen, reciben desde hace cinco años, el mismo presupuesto y ahora la UCV recibe agresiones por parte de delincuentes que como mínimo, tienen la anuencia del gobierno.
ResponderEliminarConclusión: La EDUCACIÓN no interesa al gobierno venezolano