El Nacional, 17 de Abril 2016
El secretario general de la OEA, Luis Almagro, ha persistido en su impresionante esfuerzo por recuperar el liderazgo del organismo en la región. Entre otras objetivos, se ha propuesto enfatizar el papel que este debe jugar frente al déficit democrático o neoautoritarismo que se vive en Venezuela como acompañamiento de la grave crisis social y económica en la que han desembocado casi dos décadas del chavismo. Han sido contundentes sus pronunciamientos contra el despojo judicial de las facultades de la Asamblea que pretende el TSJ, cuyo más insólito y reciente zarpazo es la inexplicable declaratoria de inconstitucionalidad de la Ley de Amnistía y Reconciliación Nacional.
La OEA viene devaluada. Varios factores se combinaron para producir este desmedro en los últimos años. La vieja estrategia la cancillería brasileña,(de mover el centro de poder hemisférico a Brasilia con una instancia como Unasur), encontró alianza de conveniencia con la diplomacia extorsiva petrolera del chavismo, que prácticamente condicionó la cooperación de Petrocaribe a su agenda política de lograr la incondicionalidad de países del Caribe y Centroamérica. Por supuesto, la guinda de esta torta la puso la inefable gestión de José Miguel Insulza quien, en lugar de ejercer liderazgo convirtió la Secretaría General en una conserjería limitada a atender lo que le pedía el grupo Unasur-ALBA-Petrocaribe.
Almagro intenta, precisamente, liberar a la OEA de ese perverso secuestro institucional; y aunque la dramática caída de los precios del petróleo, el cambio político en Argentina y la crisis en Brasil abonan en esa dirección, la tarea no es fácil. Aún queda tela por cortar.
Por su parte, el presidente Obama ha desplegado un bien hilado juego en la región. Ha evitado confrontar y ha optado por apoyar desde la trastienda la conformación de coaliciones y tendencias que aíslen la influencia negativa de aquellos liderazgos que comprometen la democracia en el hemisferio.
La apertura hacia Cuba y el apoyo a la consolidación del proceso de paz en Colombia son dos ejemplos bien elocuentes de esa estrategia, que junto a su política energética, han dejado al liderazgo chavista rezagado y solo en la región, al punto que hasta los Castro comienzan a mirar hacia el norte.
En noviembre de 2015, el presidente Obama propuso al Congreso una legislación que contenía un paquete de apoyo al proceso de seguridad y fortalecimiento institucional en Centroamérica. Su propósito era apoyar a sus gobiernos en la lucha contra los carteles y la terrible violencia que aqueja a esa parte del continente e impulsado movimientos migratorios de menores hacia Estados Unidos. La legislación propuesta por Obama incluye una ayuda económica de un billón de dólares para los países centroamericanos.
Esta semana, otra iniciativa de impacto hemisférico entró en la Cámara de Representantes del Congreso de Estados Unidos. El representante Eliot L. Engel (demócrata de Nueva York), miembro principal del Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara, y la representante Ileana Ros-Lehtinen (republicana de la Florida), ex presidente de la Comisión, presentaron una ley para dar prioridad a la relación entre Estados Unidos y el Caribe. Su proyecto de ley requeriría que el Secretario de Estado y el Administrador de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid) presentara al Congreso una estrategia de varios años, centrada en los países del Caribe y de la diáspora en Estados Unidos, para la mejora de la seguridad energética, la lucha contra la violencia y otras áreas prioritarias.
El representante Engels expresó, al exponer el proyecto de ley que: “En Estados Unidos no podemos perder de vista nuestros intereses a largo plazo. Debemos fortalecer y ampliar los lazos con nuestros vecinos del Caribe ". Por su parte, en este esfuerzo bipartidista, la representante Ileana Ros-Lehtinen expresó estar muy consciente de la importancia de esta ley, “ahora que el Caribe debe ser menos dependiente de una economía venezolana en total deterioro”.
Las piezas se van ensamblando, los liderazgos siguen coincidiendo. La crisis económica y fracaso del modelo de Petrocaribe se están haciendo sentir. Y para encauzar las cosas ya va siendo hora de poner en marcha o acelerar iniciativas que favorezcan la democracia y el desarrollo regional; y al mismo tiempo, la causa por restablecer un rumbo democrático para Venezuela.
Cuando el rompecabezas termine de armarse y aparezca un paisaje más armonioso y confortable que el actual, habrá que encontrar un momento para reconocerle a Almagro sus esfuerzos para restituirle el sentido a la OEA y en defensa de la democracia. Sobre todo, la que habrá de llegar en Venezuela.
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