Devaluar, aumentar precios y flexibilizar algunos procesos dentro del marco cambiario, como respuesta a requerimientos puntuales de cada sector puede ser necesario, pero no es lo que va a sacar a Venezuela de esta grave situación económica. Por el contrario, todos estos ajustes y medidas, sin un cambio profundo en el modelo económico, nos llevarán hasta otra crisis.
Para comenzar hay que abordar lo prioritario: el problema de nuestro sector petrolero y Pdvsa. Nuestra producción petrolera ha caído por debajo de los 2.300.000 barriles diarios, y la capacidad de endeudamiento de Pdvsa está seriamente comprometida porque los pasivos de la industria ascienden a los 50 millardos de dólares; pero lo que es más grave, sin hacer cambios estratégicos esa producción puede continuar cayendo 15% anual. Para llevar nuestros niveles de producción a un escenario de crecimiento en el que alcancemos 4,2 millones de barriles diarios (un incremento de 25% con respecto a 2000), el plan de inversiones petroleras ascendería a un total de 14 millardos de dólares anuales hasta el año 2020.
Si no se lleva adelante un plan petrolero de estas magnitudes, la crisis de hoy será recurrente y la gravedad de los problemas creciente. Pero debido al peso de la deuda de Pdvsa, para lograr ese plan no es suficiente el ajuste en los precios de la gasolina, sin el cual las pérdidas de Pdvsa están en el orden de los 12 millardos de dólares anuales; es preciso un proceso de asociaciones estratégicas donde entra también la inversión privada. Lograrlo supone un marco legal y político muy distinto a los de la última década, pero si se convoca este proceso de apertura, hay dos preguntas concretas que todos los inversionistas se harán: ¿A qué tasa de cambio deben convertir sus dólares para realizar y registrar sus inversiones?, y segundo ¿a qué tasa de cambio podrán repatriar sus capitales o vender al BCV las divisas producto de sus exportaciones?
En consecuencia, el gobierno debe salir de la trampa cambiaria en que tiene metido al país, y para iniciar un cambio que financie esa transición, Pdvsa debe comenzar por estructurar la convocatoria internacional a un plan de inversiones petroleras que nos permita incrementar nuestra producción en 25% para 2020. Es precisamente el flujo de divisas que esa política generaría en la cuenta de capital el que nos permitiría racionalizar el sistema cambiario, financiar la oferta de divisas que requiere la economía y abrir el espacio a un crecimiento económico sostenible con base en un tipo de cambio competitivo.
En medio de este conflicto político, donde cartas van y cartas vienen, se exigen respuestas. Decisiones que definan una clara y creíble rectificación. La primera que proponemos, por prioritaria, es la reforma petrolera. Hacerlo depende de un ejercicio de liderazgo desde la Presidencia, de lo contrario, al país se lo devora esta crisis. Así que: ¡atrévete, Nicolás!
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