El Nacional, 8 de noviembre 2015
Esta semana que viene será el segundo debate entre candidatos del Partido Demócrata en Estados Unidos. Hace una semana ocurrió el tercero entre aspirantes republicanos y también tendrá lugar el martes 10 el cuarto encuentro entre ellos.
Si los debates sirven para algo es para decantar la plataforma de cada organización, tanto en mensaje como en relación con quienes tienen aliento para continuar en un proceso de primarias que siempre es muy costoso y esforzado (el actual se extenderá desde febrero hasta junio de 2016, para luego entrar en una carrera de cinco meses por la Presidencia).
La decantación, efectivamente, ha ocurrido en el campo demócrata. Con la incógnita del factor Biden despejada, solo quedan tres aspirantes, y con verdadera contención, dos: Clinton y Sanders. El gobernador O’Malley ha hecho un excelente esfuerzo de posicionamiento de ideas, pero no ha sido suficiente para quebrar la polarización. Paralelamente al momento en que Biden anunció que no aspiraría a la Presidencia, Hillary Clinton enfrentó magistralmente a la sesgada Comisión parlamentaria que, bajo el pretexto de investigar los ya esclarecidos y lamentables sucesos de Bengasi, se había convertido en una cruzada inquisidora dedicada a pescar en el río de las comunicaciones por email de la ex secretaria de Estado, ligando encontrar insumos para un escándalo.
El efecto combinado del primer debate demócrata, la interpelación parlamentaria y, muy particularmente, la declaración de Biden, apuntalaron a Hillary Clinton. El rebote alcanzó 10 puntos en el promedio de todas las encuestas, e incluso, en algunos de los primeros estados del calendario, como Iowa y New Hampshire, Clinton reconquistó el terreno que había ganado Sanders.
En New Hampshire, un estado emblemático en la madrugada del calendario de las primarias, las cosas cambiaron según la tradicional encuesta de la Universidad de Monmouth. Allí Hillary Clinton pasó a ganar de nuevo con ventaja de 3 puntos (Clinton 48% - Sanders 45%), luego de que Sanders había logrado una ventaja de 43% sobre 36% en septiembre. Es bueno recordar que este estado es vecino de Vermont, la cuna política del senador Sanders. En Iowa, el estado que abre la contienda, Sanders perdió la tracción que traía; y el más reciente sondeo de CNN/ORC refleja una ventaja de Clinton con 47% sobre 43% de Sanders. Resultados similares se publicaron con respecto a Carolina del Sur y el resto del país, donde el promedio de opinión va consolidando una tendencia a favor de Hillary Clinton con 52% sobre 32% de Sanders entre demócratas.
Por otra parte, el refinamiento de la plataforma demócrata también se viene expresando en el campo del mensaje. Los candidatos demócratas han optado por hablar de los asuntos domésticos, que son prioridad para el ciudadano común: la economía, la igualdad de oportunidades y acceso en educación y salud, el salario mínimo y la paridad salarial de género, las tensiones raciales y la reforma del sistema penal, el cambio climático y los controles federales al porte de armas. En el plano internacional han abrazado la idea de promover el camino de la diplomacia sobre el belicismo.
En cuando a la confrontación entre ellos, los aspirantes demócratas han mostrado las tonalidades de sus propuestas sin caer en el canibalismo político; y más bien con un tono respetuoso que transmite diferencias sin dejar de comunicar que cualquier demócrata sería mejor en la Casa Blanca. La gran interrogante de cara al segundo debate demócrata del 14 de noviembre es si Sanders endurecerá su línea de confrontación contra Hillary Clinton, y quién sabe si O’Malley lo haría contra Sanders en un último intento por conquistar el espacio más progresista del partido.
En el campo republicano los debates han tenido un efecto contrario. Continúa la volatilidad, el ataque y descalificación recíproca. Y el mensaje se enfoca en el conquistar el extremo más conservador del partido o en promover la narrativa de la antipolítica, que sigue favoreciendo a los outsiders Carson y Trump. Con la diferencia de que la excentricidad del copetudo ha comenzado a tener su costo político, pues ha caído en promedio unos 10 puntos en las encuestas, consolidando al neurocirujano Ben Carson en la cabeza. Sin embargo, no hay que apresurarse, los analistas piensan que esa fotografía de Carson-Trump se irá desvaneciendo. Nunca ha sido indicador de resultados en las primarias lo que dicen las primeras encuestas en el Partido Republicano. De hecho, para muestra un botón: en 2011, a esta altura, los favoritos eran la diputada del Tea Party, Michele Bachmann, y el ex gobernador de Texas, Rick Perry, dos estrellas fugaces.
En el campo republicano Bush sigue muy por debajo de todas las expectativas, pese a la inmensa ventaja organizativa y financiera de su campaña. Y tanto Marco Rubio como Ted Cruz han logrado doblegarlo por estrecho margen. He aquí un punto interesante por lo paradójico. Ambos candidatos, Rubio y Cruz, de ascendencia cubana, han construido su posicionamiento hablándole al extremo más conservador del partido, sin intentar conexión alguna con el voto latino. Esta misma semana Rubio no solo se distanció de los más recientes planteamientos de reforma migratoria que promueven un camino a la ciudadanía de millones de indocumentados, sino que declaró que (con o sin reforma migratoria) él derogaría el régimen DACA decretado por Obama. El DACA es una medida que facilita permisos de trabajo e impide la deportación de los llamados “Dreamers”, jóvenes que llegaron con sus padres al país sin documentos, cuando eran menores de edad, y han crecido en Estados Unidos totalmente asimilados a la cultura y valores americanos.
He aquí un buen punto para destacar contrastes. Hillary Clinton no solo ha hablado con claridad del camino a la ciudadanía, sino que su campaña ha incluido latinos en posiciones de gran importancia: José Villarreal, un prominente abogado de San Antonio, Texas, es el tesorero del Hillary for America; Amanda Rentería, una experimentada operadora política de California, es la directora de Operaciones Políticas Nacionales; y, por si fuera poco, Lorella Praeli, la joven “dreamer” de origen peruano que ha liderado ese movimiento y protagonizado la conquista de la política del presidente Obama al decretar el régimen DACA al que se opone Rubio así como sectores ultraconservadores, (pero lo apoyan masivamente el país y los latinos, según confirmas las encuestas), es la directora del Movimiento Latinos con Hillary, que recientemente organizó un emotivo evento en San Antonio donde el ex alcalde y hoy secretario de Vivienda de Obama, Julián Castro, anunció su apoyo a “la Hillary”, como la llaman en el mensaje al elector latino bajo el slogan: “Estoy contigo”.
Por si fuera poco, cada vez toma más cuerpo la posibilidad de que el propio Julián Castro sea el destapado para la Vicepresidencia en el ticket de Hillary Clinton. Al endoso de Castro se han sumado otros de gran influencia, más allá de lo político, como los cantantes Marc Anthony y Cristina Aguilera o la actriz Salma Hayek… lo cual anticipa que las estrellas hispanas del entretenimiento, las artes y la música regresan a la escena política como lo hicieron en su momento para respaldar a Obama.
Así van las cosas en el terreno electoral de Estados Unidos, donde es inimaginable que alguien pueda ganar la Presidencia sin el favor del voto hispano, como parte de una amplia y diversa coalición electoral de centro, con énfasis en la igualdad de oportunidades.
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