El Nacional, 16 de noviembre 2014
Tenemos meses advirtiendo desde esta tribuna sobre la urgencia de un cambio de rumbo en materia económica; y sobre una tormenta tropical que amenazaba en convertirse en huracán económico representada por la realidad de los precios del petróleo en los mercados internacionales. El gobierno permanece cruzado de brazos y lo que viene es verdaderamente un huracán. Los dos indicadores claves del precio del petróleo (ambos cotizan entre 3 o 5 dólares por encima de la cesta petrolera Venezolana) se ubican por debajo de los 80 dólares por barril: $74 el WTI y $77 el Brent al cierre de esta semana.
El impacto para Venezuela es devastador. Por un lado las divisas para financiar las importaciones de la economía de puertos en que vivimos se harán mas escasas, y con ello, seguiremos viendo anaqueles vacíos en todo el país. La solución es devaluar, cosa que se viene haciendo al desplazar productos desde el cambio de 6,30 por dólar hacia los dos sistemas SITME, pero ello implica un ajuste tremendo en los precios al consumidor, que de no autorizarse, también agravaría el desabastecimiento. Pero además, devaluar, por si solo, no tendrá efectos positivos sin tener una política que estimule las inversiones. Las proyecciones de económicas de Venezuela para el 2015, según de la unidad de análisis de nuestro Centro para la Democracia y el Desarrollo de las Américas son: la economía venezolana decrecerá -0.6%; y con una caída del consumo del -0.2% la inflación escalaría a no menos del 68%. El déficit fiscal se ubicaría alrededor del 11% del PIB, con un 7% como mejor escenario.
La capacidad de maniobra del gobierno frente a esta situación es poca, y el costo para el ciudadano altísimo. La primera respuesta casi instintiva del gobierno fue apelar al expediente de recortes de producción para defender los precios del petróleo. Parecen no entender lo pasa en el mundo. La OPEP desde hace mucho tiempo no domina la oferta petrolera y los EEUU son ahora autosuficientes en materia energética; el crecimiento económico Chino se ha moderado, y los altos precios del petróleo mientras mas altos viabilizan la competencia de las energías alternativas. Los Sauditas, que si entienden todo esto muy bien, no van a sumarse a una política de recortes en la producción. Por el contrario este nivel de precios le conviene a su estructura de costos y la competitividad del petróleo en el actual mercado energético. Además, países como Arabia Saudita, Kuwait y los Emiratos Árabes son inversionistas relevantes de la economía global. Saben que con estos niveles de precios del petróleo mas bajos la economía mundial puede acelerar crecimiento, y con ello apuestan a recuperar mercados perdidos o a mayores volúmenes de consumo. El gobierno toca una puerta equivocada al acudir a la OPEP. Mas aun, con algún recorte de producción a nivel de la OPEP las cosas no van a cambiar de forma radical para las finanzas Venezolanas, cuya industria petrolera viene palo abajo en materia de producción, y comprometida en pagar deuda a China con barriles de petróleo.
Una posibilidad que tendría Venezuela, de haber tenido un gobierno responsable los últimos 15 años, seria la de contar con una economía mas diversificada, con un potencial exportador no tradicional; pero eso no existe ni se construye de la noche a la mañana. Hubo una posibilidad de promover cambios estructurales en nuestra economía durante estos años de bonanza, pero no se hizo. Por el contrario, según los estudios del Banco Mundial, Venezuela es la peor economía para hacer negocios en Latinoamérica y El Caribe, incluso por debajo de Haití. Por el contrario, Colombia, Perú y México, tres países miembros de la Alianza del Pacífico (junto con Chile), son los tres de América Latina donde es más fácil y seguro abrir un negocio debido al sistema legal que ampara el emprendimiento, la agilidad para obtener permisos ante los organismos gubernamentales, entre otras variables importantes a la hora de conformar una empresa. Si Venezuela se propusiera atraer inversiones privadas y extranjeras tendría que hacer cambios que ofrezcan un modelo competitivo frente a esas tres referencias. Para ello habría que imaginar otro gobierno al frente de la crisis que vive Venezuela, sino la mas radical transformación de éste.
El otro recurso con el que ha contado el gobierno para escapar hacia adelante es el populismo. Cuando no por la vía fiscal (aumento el gasto enfocado en medidas o subsidios a sus electores clave), por la vía de medidas destructivas de la confianza económica como el Dakazo. Si el Gobierno se propusiera una política de expansión de la inversión pública en infraestructura como alternativa, también tendrían grandes limitaciones para lograrlo sin un refinanciamiento que produzca un cambio en el perfil de vencimientos de la deuda pública y un retorno a los mercados financieros internacionales, que implica una política de ajustes y racionalización en medio de un ciclo electoral en el cual la aceptación del gobierno es precaria.
Con el Barril de petróleo a 70 ni Chávez podría convencer a los Venezolanos de que estos 15 años tuvieron sentido. Sin un cambio de rumbo, ni Mandrake saca al país de este hueco. El legado de ruina y destrucción económica está presente en cada minuto de la cotidianidad del ciudadano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario