lunes, 22 de febrero de 2016

La cita para iniciar el cambio son las Parlamentarias

El Nacional, 10 de agosto 2014
Esta semana es oportuna para articular el tema económico con lo político.
Venezuela necesita una nueva hoja de ruta. En lo político se requiere menos conflictividad, más descentralización y cooperación entre las distintas instancias de gobierno, y más diálogo social para alcanzar objetivos mínimos comunes en áreas críticas como el problema de inseguridad. En lo social se requiere de una política que promueva educación de excelencia, igualdad de acceso y oportunidades; y movilidad social ascendiente que nos permita reducir de forma gradual pero permanente la pobreza. Para lograr esto último, el país debe acelerar de forma significativa el crecimiento económico, a niveles no inferiores de 7% interanual sostenido, por al menos una década. En consecuencia, es fundamental un nuevo modelo económico caracterizado por la cooperación (y la distribución de tareas) entre la iniciativa privada y el sector público, con el objetivo de recuperar la producción nacional y el empleo productivo, bien remunerado, a través de un flujo importante de inversiones, donde las garantías y seguridad jurídica al sector privado son indispensables; y complementado ese esfuerzo emprendedor con un plan de inversión petrolera y de infraestructura pública ambicioso por parte del Estado, pero caracterizado por un manejo responsable de los recursos fiscales del país. Por supuesto, y como lo dispone la propia Constitución, el Estado tiene que estar vigilante y ejercer su capacidad promotora o su poder regulatorio para enfrentar las desviaciones típicas de todo proceso de desarrollo. Una economía social de mercado, donde tengamos tanto mercado como sea posible y tanto Estado como sea necesario, como nos enseña la exitosa experiencia Alemana.
Todo esto, así como la urgente recuperación de los equilibrios y contrapesos institucionales está enmarcado en la letra de la Constitución, hoy irrespestada a diario desde el poder. Hacer cumplir la Constitución, y convertirla en el punto de partida y encuentro entre los venezolanos es estos tiempos de crisis lo fundamental.
Resulta entonces difícil encontrarle sentido a la idea de activar la convocatoria de una Asamblea Constituyente (mucho más si se hace pensando en una jugada política para tomar en poder). No descartamos temas que es oportuno discutir para hacer enmiendas puntuales a la Constitución, por ejemplo, el relativo a la no reelección presidencial (si se mantiene el período constitucional de 6 años, o el recorte a 4 años para establecer una sola reelección inmediata). Estas son tareas que puede perfectamente hacer una nueva Asamblea Nacional, electa al calor de una importante movilización popular.
La crisis y sus causas, las alternativas para lograr el cambio son los temas que debemos salir a discutir casa por casa, pueblo por pueblo, ciudad a ciudad, en cada estado de nuestra geografía. Es hora de articular un ejercito de multiplicadores de un mensaje concreto que responda a la aspiración mas sentida de nuestro pueblo, que es el deseo de vivir en paz y con seguridad, con calidad de vida, en una economía de pleno empleo donde se respete la ley y los derechos de cada ciudadano. Es el momento de explicar a los venezolanos las causas de la actual crisis, injustificable cuando se rinda cuenta de los cuantiosos recursos económicos que ha recibido el país. Es la hora de la política, pero centrada en un mensaje y una propuesta que responda al sentir de la mayoría de los venezolanos, con una estrategia de activismo que pueda construir una clara y contundente mayoría; no para atropellar ni excluir a nadie, sino para ejecutar un mandato progresista que nos reúna como país nuevamente.
La Constitución nos convoca a una fecha cierta e ineludible el año próximo. Para quienes aspiramos una alternativa democrática ante el desgobierno que tenemos no debe existir otra prioridad (ni otras tareas) que trabajar en los consensos políticos y estratégicos para abordar el reto de construir una presencia parlamentaria comprometida con el cambio y capaz de promoverlo desde la Asamblea Nacional.
No estamos en un momento constituyente, estamos ante la necesidad de hacer cumplir la Constitución a través de una sólida movilización electoral en 2015; en unas elecciones parlamentarias que se acercan y en las que no podemos fracasar.

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Abogando por el Cambio

Vivimos en tiempos de cambio. Tiempos interesantes donde las nuevas formas y herramientas de comunicación adquieren cada día mayor importancia, definiendo nuestras vidas e influyendo en nuestras opiniones, construyendo nuevos espacios para la participación democrática y el poder ciudadano.

Vivimos en tiempos que presentan difíciles desafíos en materia social y económica. La pobreza e iniquidades, el cambio climático global, el uso racional de los recursos naturales, el respeto a los derechos humanos, el desarme para la paz mundial, y el fortalecimiento de los sistemas democráticos, son temas y problemas prioritarios que hoy tienen afortunadamente expresión concreta en instrumentos del derecho internacional.

La globalización ha traído consigo aportes y retos en todos estos frentes, como el surgimiento de un mundo multipolar, con zonas de influencia económica y mercados relativamente integrados, coexistiendo con economías donde la informalidad y la subsistencia alcanza mas de la mitad de sus pueblos. En estas nuevas realidades todavía sigue pendiente promover la igualdad de oportunidades y la movilidad mas libre del factor humano o del factor laboral en la economía global, tal como se promueve el movimiento libre de capital y bienes. En este mundo global los trabajadores y sus sueños de felicidad siguen atrapados por las fronteras nacionales, dentro de las cuales muchos padecen como víctimas de dualismos socioeconómicos e injusticias que les obliga abrirse paso, como sea, para alcanzar esos sueños. A esos movimiento migratorios hay que verlos en su dimensión humana y encontrarle respuestas que acojan el derecho de todo ser humano a encontrar su felicidad y la seguridad de su familia, lo cual pone de relieve la realidad inter-dependiente en que vivimos, y la urgencia de modelos de cooperación internacional mas eficaces y dotados de suficientes recursos.

Finalmente, en ese envolvente proceso de cambios y globalización aparece la importancia de promover la tolerancia y la diversidad; la pluralidad y el pluralismo, dejando atrás visiones elitistas que suponen la primacía o hegemonia de alguna cultura, religión, grupo social o gobierno, por vias de facto que ignoran el derecho de otros.

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