El Nacional, 1 de febrero 2015
Esta semana en Washington la noticia de largo alcance en el ámbito interamericano fue la iniciativa del Vicepresidente Joe Biden, quien reunió la primera Cumbre Para la Seguridad Energética del Caribe.
Participaron en dicha reunión Antigua y Barbuda, Aruba, Bahamas, Barbados, Belize, Canadá, Colombia, Curacao, Dominica, Republica Dominicana, Francia, Alemania, Grenada, Guyana, Haití, Jamaica, México, Nueva Zelanda, España, St. Kitts y Nevis, Santa Lucia, St. Vincent y las Granadinas, Suriname, Trinidad-Tobago, y el Reino Unido. También participaron el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo, el CARICOM y el Banco para el Desarrollo del Caribe, la Unión Europea y la OEA.
El gran ausente: el Gobierno de Venezuela. ¿Por que?
El Caribe ya sabe que el modelo de PETROCARIBE es inviable, y les ha creado una insostenible dependencia del subsidio petrolero Venezolano; además es un hecho la debacle económica y fiscal de Venezuela, acompañada del debilitamiento productivo de PDVSA. EEUU se ha convertido en un exportador de Energía, y de la mano de México y Canadá con los países Europeos, han puesto los ojos en el Caribe en la búsqueda de un nuevo modelo de cooperación energética que contribuya efectivamente al desarrollo sustentable. Los participantes tienen además el testimonio de Aruba. Su gobierno nunca cayó en la tentación de ser parte de la iniciativa PETROCARIBE, y ha logrado desarrollar una plataforma energética alternativa independiente del petróleo que combina el uso de la energía solar y eólica. También se plantea la posibilidad de incorporar con nuevas tecnologías pequeñas plantas de generación energética con gas licuado. Estos temas, su financiamiento e impacto, fueron abordados con el auspicio del Presidente Biden y la Casa Blanca.
Ya Cuba está mirando al Norte, ahora lo hace el Caribe.
El famoso escudo Petro-diplomático que utilizó Venezuela en la OEA, para defender y promover arrogantemente sus posturas antidemocráticas y desafiantes a los EEUU, comienza a desvanecerse por si solo, ante las dinámicas de cambio que se imponen por el peso de lo económico y las estrategias político-económicas de largo aliento.
Se asoma una nueva propuesta energética hemisférica y Venezuela, país que debió ser protagonista de primer orden en ese proceso, ha quedado totalmente marginado, después de varios años de subsidio a una propuesta que desde el inicio todo el mundo advirtió era inviable, pero que muchos supieron aprovechar.
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