El Nacional, 11 de enero 2015
Esta semana arrancaron dos presidentes latinoamericanos su año 2015 en giras por el exterior: Enrique Peña Nieto de México y Nicolás Maduro de Venezuela. Los contrastes merecen una reflexión.
Empecemos por México y Peña Nieto.
El presidente mexicano viajó a Washington, luego de una exitosa gira europea y otra a China (donde concretó un fondo de inversiones por 7 millardos de dólares) el año pasado, la cual coincidió con su participación en la reunión del Grupo de los 20 en Australia y en la conferencia del Foro de Cooperación Asia-Pacífico.
Cabe destacar que con respecto a América Latina, asumió México en Cartagena la presidencia pro témpore de la Alianza del Pacífico que reúne a Chile, Perú, Colombia y México en una integración comercial y económica que mira estratégicamente hacia el Pacífico, una vez que todos los países miembros de ella tienen alguna forma de acuerdo de libre comercio con Estados Unidos, coexistentes con otras formas de integración o acuerdos comerciales entre los países latinoamericanos.
México ha sido un consecuente mediador en las tensiones entre Cuba y Estados Unidos, y precisamente eso ha contribuido a la reciente apertura o giro en la relación con la isla del Caribe.
Hay, pues, una coherente diplomacia económica y política en todo lo que viene haciendo el presidente Peña Nieto (y el Estado mexicano desde hace décadas), donde hay voluntad de construir alianzas exitosas, respetando la diversidad política, en todo el mundo.
El presidente Peña Nieto llegó a Washington en medio de una ola de presiones y críticas por la gravísima situación generada con la desaparición y muerte de 43 estudiantes en Ayotzinapa, población de la municipalidad de Iguala en el estado de Guerrero.
La agenda de trabajo del Peña Nieto con Obama fue concreta. El tema migratorio; oportunidades para acelerar el crecimiento económico y equilibrar la relación comercial con China y las económicas del Pacífico; compromisos y nuevos enfoques en la lucha contra el narcotráfico; y cooperación en el nuevo enfoque de la relación con Cuba. Cabe destacar que el presidente Obama había visitado antes a México porque fue en Toluca la cumbre de países del Nafta, donde también se trabajó sobre estos temas.
Sobre la tragedia de los estudiantes en Ayotzinapa, a pesar de la crítica que muchos ojos ponen sobre el gobierno nacional, el análisis cuidadoso de los hechos apunta en otra dirección. Los acontecimientos están relacionados con un conflicto estudiantil local con la Policía Municipal de Iguala, donde parece estar metida la mano del narcotráfico o los carteles, y en una localidad cuyo gobierno municipal y regional no está siquiera en manos del PRI, partido político en el gobierno nacional. De hecho, el tema fue tratado en la agenda con el presidente Obama, por su relación con la lucha contra los carteles y la violencia del narcotráfico (que es un problema común a ambos países); y la Casa Blanca mostró su solidaridad y disposición de apoyo a las medidas adoptadas o propuestas por el gobierno de Peña Nieto para enfrentar el problema.
Dicho esto vale la pena mirar los resultados económicos. México es también un país petrolero, incluso dependió de forma muy crítica de la exportación de ese recurso hasta la década de los ochenta. Pero esa dependencia quedó atrás y hoy el petróleo representa en México 13% de sus ingresos en divisas, mientras que la economía se ha convertido en un importante exportador industrial (que representan 82% del total). El país es también exportador de productos agrícolas por el orden de 3% de sus ingresos, en decir, se abastecen de todo lo que se puede producir en tierra mexicana y venden o colocan productos en los mercados internacionales. Así las cosas, a pesar de la caída dramática en los precios del petróleo, la economía mexicana se calcula crecerá 3,2% en 2015, la inflación se proyecta en el orden de 3,6% con un incremento real de los salarios del orden de 4,3%, en medio de un déficit fiscal consolidado del sector público del orden de 3,4%. Por otra parte, toda la actividad internacional del gobierno mexicano ha estado inscrita en la promoción de un proceso de reformas estructurales que incluyen una agresiva apertura a las inversiones privadas en los sectores de telecomunicaciones y el energético o petrolero.
Por supuesto México tiene muchos problemas pendientes, y en la búsqueda de alianzas para resolverlos se enfoca la agenda de cooperación internacional de su gobierno. En lo económico, uno es diversificar su portafolio de relaciones comerciales con mercados distintos a Estados Unidos (donde concentra 78% de sus exportaciones y vienen 49% de sus importaciones), y muy principalmente tiene el reto de traer la relación comercial con China a un punto de mayor equilibrio, pues solo le coloca a ese mercado 1,7% del total de sus exportaciones mientras se importa 16% del total. En lo social, el reto es lograr acelerar el crecimiento económico para invertir más en mejoras sustanciales a sus sistemas educativos, de salud y seguridad social con el propósito de reducir la pobreza y la desigualdad, así como derrotar la violencia y penetración del narcotráfico, que también es ahora su mayor desafío político.
Entre tanto, mientras México promueve sus reformas económicas por el mundo, incluyendo a China y Estados Unidos entre sus aliados, qué resultados puede exhibir la agenda política internacional del gobierno de Venezuela en medio de la grave crisis económica por la que atraviesa el país, luego de una adictiva dependencia populista a los altos precios del petróleo, sin siquiera cuidar las inversiones y eficiencia de la industria petrolera nacional.
Veamos:
Con Estados Unidos la relación continúa en su peor momento histórico.
Cuba escogió mirar al norte, ante las limitaciones del subsidio petrolero que recibe de Venezuela. Lo mismo irá aconteciendo en el Caribe.
La relación con Mercosur es totalmente deficitaria en términos comerciales para Venezuela y se renunció al potencial en la consolidación del Mercado Andino. Paralelamente con esa pérdida de capacidad de maniobra en lo económico, también veremos expresiones graduales de una diplomacia petrolera decadente, que le ha servido al gobierno para sumar votos de oportunidad en el contexto hemisférico.
Con China el saldo es una inmensa deuda (más de 40 millardos de dólares) sin mayor resultado en cuanto a crecimiento económico, intercambio comercial recíproco y equilibrado; y, lo más grave, con una hipoteca sobre la producción futura de petróleo y quién sabe todavía qué otros compromisos adquiridos en una desesperada visita por conseguir recursos esta semana.
Esta torpe e ideologizada forma de conducir las relaciones internacionales del gobierno Venezolano divide al mundo en amigos y enemigos denunciando conspiraciones imperiales, ha traído graves consecuencias económicas, a diferencia de la política mexicana de buscar alianzas en todas partes.
La gira de Maduro en lugar de exhibirse como parte de una coherente política de reformas para avanzar en la solución de problemas y asumir los desafíos del desarrollo, es vista como defensiva, improvisada y hasta desesperada. Venezuela decrecerá en 2015 económicamente -3% luego de una contracción de -4% este año. La inflación no obstante la recesión se proyecta superando 80% y hay quienes la calculan en 3 dígitos. La crisis de la balanza internacional de pagos es dramática y será recurrente el desabastecimiento de la colapsada economía de puertos en la que nos metió este absurdo recorrido de los últimos 15 años.
En materia de derechos humanos Venezuela aparece señalada y exhibe niveles de violencia que la colocan muy por encima de los que hay en México, solo superada por Honduras. Produjo rechazo global la grotesca y arbitraria propuesta de Maduro al vicepresidente Biden de canjear a Leopoldo López, un preso político y de conciencia a quien solo una inmensa injusticia mantiene privado de su libertad, por un terrorista puertorriqueño convicto. La parálisis del Poder Judicial frente a centenares de denuncias de represión, tortura y persecución política, se suma a la inseguridad jurídica de un régimen que ha hecho decenas de expropiaciones sin indemnización y todavía se niega a cancelar lo que ha sido condenado a pagarles a sus propietarios por instancias arbitrales internacionales como el Ciadi.
En síntesis, no se encuentra en el sistema venezolano y quienes lo gobiernan voluntad alguna de enfrentar la violencia, fortalecer las instituciones judiciales y el respeto a los derechos individuales, mucho menos de rectificar y reformar una economía al borde del colapso.
Ese es el dramático contraste entre México y Venezuela.
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