El Nacional, 30 de noviembre 2014
Comenzó la batalla correspondiente al ciclo político de las elecciones presidenciales de 2016 en Estados Unidos. Al tema de la reforma migratoria le tocó ser el primero en la agenda.
Luego de varios años de oposición a la reforma migratoria por parte del extremo mas radical Republicano, Obama promulgó un Decreto Presidencial (o Acción Ejecutiva) sobre la base del cual otorga el equivalente a un estatus migratorio temporal que beneficia cerca de 5 millones de personas, mayoritariamente latinos. La medida beneficiaría a dos grupos con base a dos principios humanitarios: 1) familias en las que al menos un integrante es ciudadano o residente legal (con mas de 5 años de presencia en Estados Unidos sin antecedentes penales); y 2) jóvenes indocumentados que llegaron al país con sus padres cuando eran menores de edad, conocidos como los “soñadores”, y quienes quieren continuar su vida como americanos que se sienten, con sus estudios o trabajando en sus profesiones.
Esta decisión tiene implicaciones en dos dimensiones: la de derechos humanos y la económica. En el plano humanitario es obvio que se da cumplimiento a los principios de unidad familiar, y el derecho a la documentación e identidad de jóvenes que no sienten vínculos con otra nacionalidad que la estadounidense, dado el trayecto de sus vidas. Pero en lo económico las decisiones en materia migratoria son muy importantes. Los grupos de inmigrantes beneficiados con esta medida representan mano de obra, emprendedores y talento profesional, que además de agregar el valor de la diversidad, tienen un efecto dinamizador al verse “empoderados” con la legalidad en los mercados laboral, empresarial y financiero.
Pero en lo político, la decisión ejecutiva del presidente Obama platea un desafío a los republicanos en la ruta hacia la Casa Blanca. Si la mayoría republicana que controla el Congreso es percibida contraria a esta reforma, estaría separándose de los electores latinos, cuyo poder electoral se ha manifestado para elegir a Obama presidente; y también para facilitar con su abstención las victorias republicanas en muchos circuitos electorales y Estados. Oponerse a la reforma migratoria, en lugar de asumirla, podría tener un efecto devastador en elecciones presidenciales para el partido Republicano, y la narrativa a favor de la inclusión y la diversidad terminaría movilizando la coalición hispana que ha favorecido a los demócratas en elecciones presidenciales.
Pero inmigración no es el único tema sobre el cual Obama, actuando como Presidente y también como líder de los demócratas, puede incidir en las condiciones para que resulte electo o electa otro demócrata a la Casa Blanca (y en este caso el acento en el género femenino es muy pertinente). Frentes legislativos como el aumento del salario mínimo a nivel federal; la ley de igualdad salarial entre ambos géneros; y la legislación sobre el control en el uso de armas; pueden reanimar audiencias que también se abstuvieron de forma impresionante en las recientes elecciones parlamentarias, la de mayor abstención desde la década de los 40. Además son temas que colocarían el debate de ideas en un terreno estimulante para nuevos electores y personas cansadas de ver que no se hace lo obvio frente a problemas para los cuales dichas soluciones tienen apoyo de opinión mayoritario en el país y entre los independientes, más allá de la polarización partidista.
Comienza un nuevo ciclo político en Estados Unidos, en el cual el tema económico puede seguir consolidándose de forma positiva, entre otras cosas con la baja en los precios del petróleo y la gasolina; por tanto, los temas que apunten a reformas de impacto social pueden ser determinantes en el debate por el control de la Casa Blanca.
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