El Nacional, 29 de diciembre 2014
Una mirada a las proyecciones económicas para 2015 es oportuna en estas fechas.
Estados Unidos seguirá haciendo progresos en el terreno económico y en América Latina veremos que con excepción de Brasil, Argentina y Venezuela, la región experimentará crecimiento económico.
Brasil se aproxima a un escenario muy delicado en el cual su economía solo crecerá 0,6% con desequilibrios que exigirán ajustes y reformas. El caso Argentino es igualmente muy frágil, con una caída esperada en su producto interno bruto del orden de 0,6%. El Caribe y Centroamérica seguirán creciendo, pero cabe la incógnita de como se resolverá su panorama energético. Si bien los precios del petróleo han caído de forma considerable, la capacidad de suministro del recurso bajo el modelo de cooperación Petrocaribe, junto a la deuda contraída por esa vía, sigue siendo una interrogante sin respuestas.
Pero el caso de Venezuela es sin duda de pronósticos reservados.
Luego de un receso en el ciclo político electoral el país entra en uno nuevo y continuado: parlamentarias 2015, elecciones regionales combinadas potencialmente al escenario del referendo revocatorio presidencial para 2016, elecciones municipales en 2017. Es decir, volvemos a la rutina de una elección por año, pero esta vez en medio de una grave crisis económica acompañada por un frágil y poco carismático liderazgo oficialista.
De acuerdo a los estudios de la unidad de análisis económico del Centro para la Democracia y Desarrollo en las Américas, en el año 2015 la economía venezolana decrecerá entre -3% y -4,5%. La inflación se colocará por encima de 80% anual y los déficits, tanto en el plano fiscal como en las cuentas externas del país, serán dramáticos. Cerramos el año 2014 con reservas internacionales por debajo de los 3.000 millones de dólares (excluyendo las reservas en oro y derechos especiales de giro ante el FMI); y todos los fondos líquidos en divisas adicionales a las reservas del BCV acumulan menos de 10.000 millones de dólares. El gobierno deberá destinar a la amortización y servicio de su deuda externa recursos por el encima de lo 10.000 millones de dólares anuales en 2015, 2016 y 2017, y las distorsiones en el régimen de cambios mantienen paralizada a la económica doméstica, por lo que la presión de las importaciones seguirá siendo el mayor obstáculo para mantener al día el crédito de la República, y este compromiso el mayor problema para mantener al país abastecido y su economía en movimiento. El escenario fiscal es por supuesto muy delicado, con un déficit que se proyecta en el orden de 8% a 12% del PIB, dependiendo de como maneje el gobierno los ajustes que se le imponen.
El chavismo mantuvo a Venezuela sumergida en un carnaval electoral desde 1999 hasta 2014. Quince elecciones y referendos en ese tiempo. Chávez y su gobierno vivieron prácticamente en campaña con la chequera llena, gastando sin plan ni proyecto, con base a sus disponibilidades de caja y en función de acumular mayoría en elecciones a través del populismo; siempre en medio de una prolongada bonanza petrolera que encontró su final. Los mejores pronósticos ubican al petróleo por debajo de los 80 dólares por barril para 2015, las realidades del mercado asoman precios al nivel de los $60.
Sin un liderazgo convincente el oficialismo aterriza en un nuevo calendario electoral, pero ahora sin dinero y con un margen de maniobra estrecho que pasa por una rectificación y ajustes profundos, además de poco populares.
En una democracia consolidada y donde las expresiones políticas compiten libremente con respeto a la legalidad, el pronóstico y desenlace estaría absolutamente claro. Ante un régimen cuyo déficit democrático es de las características del que vive Venezuela, donde la arbitrariedad avanza a diario en detrimento de la legalidad y los derechos humanos; todo depende de la inteligencia estratégica con la que planifiquen, se coordinen y actúen las fuerzas democráticas de la sociedad. Si en algún momento ha sido necesaria la unidad es ahora. Si en algún momento ha sido necesario pensar al país abriéndonos al diálogo social con todos los que entiendan que esto es insostenible es en esta hora menguada.
No estamos frente a un escenario electoral ortodoxo. Eso esta clarísimo, pero lograr la expresión del descontento popular a través de las elecciones parlamentarias es la tarea a la que nos convoca la historia. Mucho está en juego y depende de ello.
Quisiera simplemente decirles Feliz Año Nuevo, pero lo que viene es muy complicado y exige lo mejor de todos.
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