martes, 23 de febrero de 2016

El 23 de Enero frente a la falacia del chavismo

El Nacional, 25 de enero 2015
Esta semana que concluye los demócratas celebramos el 23 de Enero de 1958.
Inmersos en el desgobierno que vive Venezuela y ante el fracaso visible de la llamada quinta república o revolución del chavismo, se agiganta la referencia ejemplarizante de esta fecha, los alcances políticos del sistema al que dio origen y la trilogía de líderes políticos (Betancourt, Caldera y Villalba) sobre cuya visión Venezuela dio ese importante paso a la modernidad, a través del Pacto de Punto Fijo.
El régimen montado estos últimos 15 años en Venezuela tiene entre sus mentiras fundacionales atribuir el origen de todas las injusticias y pecados políticos al Pacto de Punto Fijo y la Constitución de 1961, reformada por la que se aprobó en 1999, pero que nunca ha regido efectivamente en el país, pues el poder es "de facto" la negación de todo lo escrito en ella.
En ese propósito, la clase política emergente en los sectores de oposición hizo una concesión histórica al chavismo, confundiendo los tiempos que van de 1958 hasta 1973, con el proceso de gradual decadencia y pérdida de credibilidad que se vivió hasta dar paso al Golpe de Estado de 1992 que protagonizó Hugo Chávez y su posterior elección como presidente en 1998.
Al hacer esa concesión histórica, en la narrativa opositora, se han hecho otras tan graves como esa. Una es atribuir al liderazgo de Chávez reivindicaciones sociales, cuando en realidad es un régimen que no logró nada sostenible después de una década de bonanza petrolera y minera que irrigó más dólares que nunca antes en Venezuela.
Otra muy costosa ha sido la omisión en la defensa de la institucionalidad (no necesariamente las personas o sus gobiernos) que en los peores momentos de la mal llamada cuarta república permitió llevar a juicio a dos ex presidentes vivos (uno de ellos encarcelado en pleno ejercicio de su mandato) por hechos que hoy lucen minúsculos al compararlos con la marea de corrupción que se traga al régimen.
Un ejercicio histórico pertinente es comparar los primeros 15 años de la democracia parida por el Pacto de Punto Fijo con lo que ha sucedido en estos 15 años del régimen chavista.
A raíz del Pacto de Punto Fijo y bajo los primeros 15 años de vigencia de la Constitución de 1961 hubo crecimiento económico en promedio superior a 6% anual, redistribuyendo eficazmente la renta petrolera, la cual por cierto, nunca alcanzó las magnitudes posteriores que ha tenido ese ingreso; y en cuya participación se avanzó gradualmente hasta llegar a una exitosa nacionalización de la industria petrolera que dio origen a aquella Pdvsa que (con sus filiales) se ubicó entre las 3 más rentables y eficientes del mundo hasta que fue politizada, comprometida y endeudada  por este régimen.
En lo político gracias al Pacto de Punto Fijo se desarrolló una democracia real, en la que quedaron atrás los abusos a los derechos humanos, el militarismo, y se instalaron congresos y un Poder Judicial autónomos, en medio de una total alternancia en el ejercicio del Poder Ejecutivo por parte de partidos políticos distintos, que además, en 10 de los 15 años también supieron co-gobernar con base a un programa mínimo de gobierno y acuerdos, al margen de sus claras diferencias ideológicas.
En lo social, gracias al Pacto de Punto Fijo y la etapa iniciada a partir del 23 de Enero, se avanzó en la reforma agraria sin atropellar a los empresarios con tierras productivas; y se produjo una sólida redistribución del ingreso dando origen a una importante clase media profesional (gracias a la masificación de educación) que representa la más importante movilidad social ascendente vivida por Venezuela en su historia.
En lo internacional, con el Pacto de Punto Fijo, Venezuela se convirtió en la vanguardia y la vitrina de la democracia posible en América Latina. Un país exportador de libertades, tolerancia; y respetado interlocutor mundial para contribuir en la negociación y solución de los más importantes conflictos regionales. La soberanía política de Venezuela y su pueblo era sin duda un activo intangible de valor reconocido por las grandes democracias de Europa y Estados Unidos. La OPEP como iniciativa  junto con las políticas de gradual industrialización, substitución racional de importaciones y estímulos a la producción agropecuaria, permitieron establecer las bases y defender la soberanía económica de Venezuela.
En fin, que contrastes con este militarismo populista y arbitrario que nos tiene frente una profunda crisis socioconómica, después de dilapidar una década de bonanza fiscal.
¡Qué expediente de calumnias y mentiras han servido para edificar la narrativa política que se ha impuesto estos 15 años!
Salir del territorio discursivo impuesto sin justificación histórica por el chavismo es importante para poner las cosas en su sitio y con ello aclarar al país lo hechos, pero también retomar referencias que son indispensables para construir la alternativa política que merece el país.
El 23 de Enero, no cabe duda, debemos más que celebrarlo. Debemos convertirlo en referencia histórica obligada para recordar lo que fuimos capaces de hacer, desmontar la mentira sobre la que se ha edificado este paréntesis histórico, y retomar el camino de la democracia apoyado en las virtudes y valores que tuvo un liderazgo cuya capacidad de acordarse en lo fundamental constituye una lección para quienes hoy lideran la unidad democratizadora que nos exige el pueblo en esta hora menguada.
¡Viva el espíritu del 23 de Enero!

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