El Nacional, 8 de febrero 2015
El camino escapista y radicalizado del gobierno de Venezuela frente a la crisis económica es algo incomprensible.
No se trata de una postura opositora. Se trata de una reflexión que convoca a todos los que realmente nos preocupa Venezuela, estemos en el gobierno o en la oposición, o simplemente seamos ciudadanos independientes.
¿Quién en su sano juicio puede hacer cálculos políticos frente a un escenario tan delicado y de difícil recuperación como el que se está configurando en Venezuela?
La única explicación de tal irresponsabilidad es que Nicolás Maduro y su “nomenclatura” piensan que sí el llamado “Dakazo” les resultó políticamente en las elecciones municipales de 2013, algo similar podría repetirse en esta oportunidad de cara a las parlamentarias. No buscan entonces resolver la crisis sino correr la arruga y preservar el poder político. Por ello esta narrativa del conflicto que busca un culpable en el sector privado o el exterior, en lugar de una rectificación.
Sin embargo, quienes gobiernan a Venezuela no parecen dar cuenta de tres detalles. Primero, que la gente no está creyendo en sus explicaciones. La caída de apoyo popular en las encuestas es libre. Segundo; cada paso adicional en la dirección tomada por el Gobierno profundiza la crisis económica y proyecta un escenario de peligrosa fragilidad social. Y tercero; no existe, como antes, margen de maniobra financiero para una aventura política de este tipo. Los precios del petróleo han caído en más de 50 dólares por barril, y nada permite preveer que puedan recuperarse en el mediano plazo. En esas condiciones, el financiamiento internacional que se puede lograr, incluido el de China, sin reformas y rectificaciones importantes, no cubre las necesidades de financiamiento exigidas por el país, que se ubican en el orden de los 40.000 millones de dólares.
Para entender lo que pasa con el mercado petrolero internacional y la estructura de precios que se va imponiendo hay que abordar varias cosas.
Comencemos por el lado de la oferta de energía:
La OPEP no controla desde hace décadas la oferta petrolera internacional, compite con los productores del Mar del Norte, Rusia, Canadá, y empresas que han explotado muchas otras formas de producción petrolera (hasta de las piedras han logrado sacar petróleo), así como las llamadas alternativas energéticas limpias; que todas han crecido amparadas por la viabilidad que les ofrece los altos precios del petróleo, a pesar de su alta estructura de costo comparada la de los países OPEP.
Veamos qué pasa en Latinoamérica. México está aumentando su caudal productor y exportador con base a una apertura petrolera donde participará el capital privado. Brasil y Colombia también se han hecho productores petroleros y de energía importantes en la región en la última década.
El análisis exige incluir a las fuentes energéticas limpias, alternativas al petróleo, que han hecho avances en ese mismo escenario, hasta el punto que Estados Unidos, principal mercado comprador de petróleo Venezolano (y el único que lo paga en efectivo al día), se ha convertido en un país autosuficiente en materia energética, e incluso ha adquirido potencial exportador de tecnología para la generación de energías limpias alternativas a la petrolera, las cuales ahora se propone introducir al Caribe y Centroamérica como alternativa al inminente colapso de Petrocaribe y la imposibilidad del subsidio petrolero venezolano.
Y finalmente, están los socios de Venezuela en la OPEP, cuyo líder es Arabia Saudita. Los sauditas están convencidos de una estrategia sin duda agresiva pero correcta. En eso cuentan con el apoyo de la mayor parte de los países del cartel. La estrategia es dejar que caigan los precios a estos niveles, porque su estructura de costos de producción es muy baja y todavía ofrece márgenes de ganancia razonables. La apuesta saudita es que los competidores no son viables o las alternativas no pueden crecer con esta nueva estructura de precios del petróleo. En ese momento, piensan, vendrá una etapa de recuperación en la participación del petróleo dentro del mercado energético, y con ello; una mayor incidencia de la OPEP en la formación de los precios. Y es importante detenernos aquí. Arabia Saudita no está apostando sólo al petróleo y a reeditar una hegemonía de la OPEP, quizás imposible en esta nueva era del mercado energético. En efecto, los Sauditas se cuentan entre los mas grandes inversionistas en el desarrollo de energías limpias y alternativas al petróleo, e incluso, en el llamado petróleo de “esquisto” o “shale”; sí ese que se consigue hasta en la piedras a costos muchos mas altos que los que tiene la extracción de crudos livianos como los que abundan en su reserva; pero cuando se produce en todos esos mercados es cuestión de promediar costos, lograr volumen con una cesta de productos y ganar mas dinero.
Adicionalmente, los excedentes de capital árabe, que se han formado a lo largo de décadas de exitosa gestión petrolera, no sólo se invierten en energía alternativa, sino también en el sector financiero, industrial, comercial y turístico de los países desarrollados que compran su petróleo, principalmente en Europa, cuya recuperación es parte de los intereses económicos Sauditas. En pocas palabras, los árabes saben que los altos precios del petróleo tienen su límite: la capacidad de crecimiento económico del resto del mundo con esos costos altos de energía, y el punto en el cual esos precios habilitan la mayor competencia de energías alternativas. Por ello apuestan a un nuevo punto de equilibrio, donde exista una ecuación ganar-ganar, en la que ganarían por todos los dos extremos: el energético y el resto de las actividades económicas en las que son inversionistas.
Pero ahora hablemos de la demanda de petróleo y energía.
China, el gran motor de la actual demanda de energía y materias primas, no ha podido acelerar su crecimiento y de hecho viene adelantando reformas para evitar una ralentización en su rata de crecimiento económico, que los ha hecho mas prudentes y estratégicos en el manejo de sus excedentes y las formas en que los invierten o colocan internacionalmente. De hecho, la economía China, que creció a 7,5% en 2014, crecerá según los mejores pronósticos, a 7% en 2015. Sí, es una caída de medio punto, pero cuando un monstruo económico como China tiene tos, a quienes dependen de venderle productos le puede dar gripe.
Comprender las tendencias geopolíticas y geoeconómicas es clave para un país petrolero como Venezuela.
¿Quién le podrá explicar estas cosas a Maduro (y su fanatizado gobierno) en la medida que piensa el futuro? Si no las escuchan o entienden, chocarán contra un muro grueso y alto … y lamentablemente, en ese impacto, quien mas pierde es el país.
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